Por: Andrés Jara Maylle
Al margen de todos los problemas, las suspicacias, los desembarcos, los dimes y los diretes de última hora, las increíbles decisiones del JNE, etc. los peruanos hemos cumplido con el deber cívico de ir a las urnas para elegir a aquellos que nos gobernarán (con nuestra anuencia) por los próximos cinco años.
Las últimas semanas han sido de un tráfago incesante, con golpes bajos, con guerra sucia (de todos los bandos), con infamias, con insultos, con zancadillas. Todos contra todos. Todo valía si se trataba de ganar unos cuantos votos para llevarlo al redil preferido.
Y como en todo proceso electoral (como en la vida misma) hay ganadores y perdedores. Aquí no se aceptan los empates. Y como van las cosas, parece que los ganadores de este primer tiempo serán la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori y el de Peruanos por el Cambio, Pedro Pablo Kuczynski, quienes tendrán que volverse a enfrentar en una segunda vuelta en poco menos de dos meses.
¿Y los perdedores?
Perdió, cómo no, la Alianza Popular, es decir, esa curiosa amalgama, unida con hilo débil, pegada con saliva, entre el Apra, (el viejo partido de Haya de la Torre) y el PPC, (esa creatura del nonagenario Luis Bedoya Reyes). Sumado todos sus votos a las justas le ha alcanzado para superar la valla electoral; de lo contrario, tanto el Apra como el PPC habrían perdido sus inscripciones como partidos políticos y, por un tiempo, hubiesen quedado en el limbo, a la deriva, en ese mar de aguas impredecibles en que se ha convertido la política peruana.
Perdió también Acción Popular, partido que en sus mejores épocas llevó a la presidencia hasta en dos oportunidades a Fernando Belaúnde Terry (timorato en lo político pero muy honesto en lo personal). Los actuales acciopopulistas, liderados por Alfredo Barnechea, no pudieron, o no supieron administrar su inesperado crecimiento luego de que el Jurado Nacional de Elecciones sacara de camino a César Acuña y Julio Guzmán. Lamentablemente, no entender las particularidades de la compleja idiosincrasia peruana le jugó una mala pasada. Qué curiosos los electores de nuestro país, castiga severamente el no ponerse un sombrero o rechazar un trozo de chicharrón, y premia a una banda de ladrones que se llevaron el país en peso.
Y perdieron también Acuña y Guzmán. El primero, producto de su improvisación y el segundo por “regalar dinero”, sumado a su condición de redimido y desvergonzado plagiario. Si Guzmán y Acuña hubiesen continuado en carrera otra sería la historia. Y como antes, hubiésemos estado en el eterno dilema de elegir al mal menor. Todo ello no oculta la burda maniobra y el escandaloso desparpajo de las autoridades electorales al no tener la valentía de medir a todos con la misma vara.
Y perdió también Verónika Mendoza y su Frente Amplio (de no mediar sorpresas de última hora), esa interesada “fusión” de la izquierda peruana eternamente atomizada. Allí se unieron, solo por estas elecciones, gato, perro y pericote; es decir, socialistas, chavistas, castristas, sutepistas, cegetepistas, guevaristas, moscovitas, maoístas, socialcristianos, caviares, antimineros, ecologistas de pacotilla, desorientados políticos, ilusos desfasados, oenegistas, estatistas, presupuestívoros, y más perlas que, estoy seguro, más temprano que tarde, partirán en desbandada producto de sus propios desencuentros y buscando, como siempre, sus inubicables condiciones objetivas y subjetivas.
PD. Así como ustedes, yo también espero con impaciencia los resultados que determinarán a los tres congresistas que deben representarnos. Acaso estos sean los resultados que más me interesa. Ya sabemos que habrá segunda vuelta, qué más da. Pero, ojalá podamos revertir la desgracia y la mala suerte que siempre nos acompañó en el Congreso. Ojalá, como secuela del desembarco de Guzmán y Acuña, no nos toque gente impresentable e improvisada que cree que todo se arregla volviendo a foja cero. Ojalá que los huanuqueños hayamos elegido a los más decentes (que sí lo hay) y no tengamos que arrepentirnos más adelante. Total, a estas alturas la suerte está echada.