La corrupción

Una realidad espeluznante. De acuerdo a cifras del Banco Mundial, el Perú pierde más 12 000 millones de soles por la corrupción en instituciones del Estado. Monto que representa coincidentemente el 10 % del presupuesto nacional. Este fenómeno ha sido relacionado a coimas, compras mal hechas, arreglos bajo la mesa, etc.
La corrupción está en todos los sectores y tan impregnada en la mente de los funcionarios, que hasta parecería que ya es parte de su personalidad. Según los mismos empresarios, que trabajan con el Estado, en algunas oficinas no se mueve un documento de un escritorio a otro sin que cada uno tenga su “partecita”. La corrupción va desde obtener un trabajo o un cargo de confianza hasta los miles de millones que se ejecutan en obras, compras, etc. En sí, sumado a estos 12 000 millones, cuántos miles de millones más se pierden por obras de pésima calidad, como ha sucedido en todos los distritos y provincias de Huánuco por las construcciones abandonadas, debido a generosos y, hasta en algunos casos, inexplicables arbitrajes de empresas contra el Estado, caso Odebrecht, entre otras más.
Obviamente, hay que resaltar que la responsabilidad es compartida, tanto funcionarios como empresarios son los responsables. Tanto los que ofrecen como los que piden son corruptos. Normalmente, la corrupción no deja huella porque los corruptos harán todo lo posible para no dejar rastros de sus hechos delictivos. Por decir, muy pocas veces hacen transacciones bancarias a sus propias cuentas o cuentas de terceros o mediante cheques bancarios. Sabemos que algunos funcionarios prefieren que se les lleve “su coimisión” a sus propios domicilios. Lamentablemente, los involucrados nunca harán una denuncia formal.
La corrupción convive con nosotros, como una conducta enquistada en la sociedad que parece haber reemplazado a los valores. El diario Ahora se pregunta, ¿cuántos de estos corruptos están en este magno-Congreso? Definitivamente hay varios, como aquellos que buscan tumbarse la Ley Universitaria para hacerle “solo una modificación”, como dijo alguien por ahí, o buscar desestabilizar al Gobierno central para satisfacer la sed de odio de doña Keiko.
El reciente ganador del Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, al recibir el premio, hizo un llamado a la paz, sin odios entre hermanos. Ojalá este mensaje llegara a nuestros congresistas para pensar primero en el Perú antes que los intereses de sus partidos o de unos cuantos. Pero sabemos que eso no pasara.