Por: Denesy Palacios Jiménez
Un pueblo civilizado, rechaza la corrupción, porque sabe que gran parte del dinero que podría servir para aliviar la pobreza y las necesidades de la población, van a pocas manos, de los que se lucran, quienes en lugar de ejercer sus funciones o brindar su servicio, dilatan los casos cada vez más, y quien denuncia pasa a ser “visto” como conflictivo o conflictiva, por la doble moral, y entonces no queda más que acudir al Ministerio Publico y al Poder Judicial, pero la voz se ahoga en la garganta, porque lo que queremos denunciar, encuentra muros tan altos e insalvables, que para no decir no, lo hacen prescribir, o empieza el pin pon a pasar de juzgado a juzgado sin encontrar lo que queremos ¡Justicia! Y UNA JUSTICIA TARDIA YA NO ES JUSTICIA
Cuando en 1969, Mario Vargas Llosa publicó Conversación en la Catedral, y en sus páginas planteó la pregunta ¿en qué momento se jodió el Perú?, hoy reflexionamos sobre la pertinencia de esta crucial interrogante. De acuerdo con los distintos autores, algunos de los hitos que contribuyen a su respuesta son: la intromisión española que al establecer el virreinato nos convierte en colonia, pero ¿hasta cuándo vamos a sacudirnos de todas las taras sociales y culturales que eso nos trajo?; otros el fracaso de la Revolución de Túpac Amaru y con él la esperanza del triunfo de un movimiento indígena, el rechazo en el proceso de la Independencia para incluir a los indígenas, quienes quedaron marginados y excluidos de la Republica naciente; la gran desunión en la guerra con Chile por parte de las elites gobernantes, la República Criolla ineficaz que más buscaba lucrarse que consolidar la República, las dictaduras militares del siglo XX, el surgimiento de Sendero Luminoso, y los otros grupos subversivos; agregaríamos, desde el momento que hemos dejado que la corrupción avance y tome nuestras instituciones; y ver como hay contubernios entre quienes ejercen el poder. Eso lo vemos claramente en las gestiones de quienes se encargan de legislar, favoreciendo siempre a los foráneos, porque bajo la manga hay jugosos aportes o coimas, que hoy han quedado al descubierto en las altas esferas de los gobiernos, a quienes hemos confiado los destinos del país
Proética ha hecho encuestas a la ciudadanía, según esta encuesta, reclama acciones efectivas del Gobierno, como: sacar a los malos elementos, aplicar sanciones drásticas, controlar a los funcionarios, crear leyes drásticas que sancionen con pena de cárcel a los corruptos o con la muerte civil, dar un buen ejemplo y trabajar con personas que tengan valores. Entre las instituciones consideradas más corruptas se encuentran el Poder Judicial, la Policía Nacional, el Congreso, las municipalidades, el Gobierno Central, los gobiernos regionales, los partidos políticos, el Ministerio de Educación y los colegios, las Fuerzas Armadas, yo agregaría las Universidades tanto públicas como privadas.
En las públicas, ya vimos la respuesta de los estudiantes de San Marcos, y eso se replica en casi todas las universidades del país, donde quienes ostentan el poder del gobierno suben las tarifas de pago de los estudiantes, para gozar de un mayor monto como remuneración al cargo, un ejemplo muy claro el acuerdo de CU Valdizán donde las actuales autoridades y funcionarios se han duplicado la percepción, y disponen a libre albedrio de los recursos propios; se ha iniciado el año escolar, pero los jóvenes no gozan de la atención del Comedor Universitario, los docentes y trabajadores, no estamos percibiendo la canasta, se caen las licitaciones, hasta encontrar a alguien que satisfaga sus apetitos.
Si las formadoras de los profesionales, que brindaran servicio profesional o técnico, tendrán en sus manos la conducción del destino del país, no muestran una preocupación por una educación de calidad cimentada en valores, más que el apetito de enriquecimiento, entonces el sistema se ve fortalecido, y por eso la corrupción crece cada día más. Finalmente, la falta de respeto a la legalidad se ha convertido en un factor determinante de los actos de corrupción, dado que el 79% de peruanos considera que en nuestro país no se cumplen las leyes mientras que un 16% percibe que sí. ¿Hasta cuándo soportaremos esto?. Urge la participación ciudadana y la unión de todos, para luchar contra la corrupción que frena nuestro desarrollo.