Por: Denesy Palacios Jiménez
Huánuco es un territorio recorrido por tres grandes ríos como el Marañón, el Huallaga y el Pachitea, los que constituyen valles interandinos y donde podemos localizar quebradas tibias, zonas templadas, hasta alcanzar las hermosas cumbres de nieves persistentes de la cordillera Blanca, propiciando una diversidad de formaciones ecológicas o planos altitudinales, que ofrecen diferencias bien marcadas en cuanto a topografía, relieve, geología del suelo, clima, fauna y flora. El relieve es muy accidentado con estrechísimos valles y profundas quebradas, con pendientes pronunciadas.
La ubicación de este departamento en el enclave de la ceja de selva y la región central de la sierra, influye en el movimiento de poblaciones a través de los pasos y los ríos que afluyen a la cuenca del Amazonas, y que nos deja como testimonios los cincuenta kotosh o montículos tempranos, de los cuales, el más conocido es el que tiene el Templo de las Manos Cruzadas.
Son muy escasas las investigaciones arqueológicas realizadas en esta área; sin embargo, Huánuco cuenta con una prodigiosa riqueza arqueológica que espera ser investigada, valorada y rescatada de las inclemencias del tiempo que amenazan con destruir su grandiosidad histórica, y por otra parte, nos preocupa la dejadez de las autoridades locales, institucionales y universitarias, que no saben aquilatar lo que significa contar con testimonios de épocas tan antiguas, y que son testimonio del desarrollo tecnológico alcanzado en arquitectura, cerámica y otros.
El proceso de desarrollo cultural no fue uniforme ni igual en todos los ámbitos del territorio andino. Hubo unos grupos que siguieron una rápida evolución, forzada por el constante crecimiento de sus fuerzas productoras que beneficiados por la presencia de condiciones climáticas y naturales favorables, rompieron con la vieja tradición de la caza y recolecta especializada o selectiva, para orientarse hacia nuevas formas socioeconómicas.
Los arqueólogos de la Universidad de Tokio, liderado por Seiichi Izumi, han puesto en descubierto en Kotosh una secuencia de cerámicas, de arquitectura y algunas evidencias del sistema económico, desde la edificación del Templo de las Manos Cruzadas, que parece representar a la época más temprana con la fase Kotosh Mito precerámica, hasta la proliferación de los estilos chavinoides y no chavinoides como Kotosh-Higueras que, al parecer, corresponde a una manifestación local del período intermedio temprano.
El investigador estadounidense, Donald Lathrap, observó muchas afinidades entre Yarinacocha y los restos de Kotosh, sobre todo algunos restos de borde grabado de la cerámica Kotosh-Wairajirca que muestran parentesco con el tipo Hupa-iya de Yarinacocha (Ucayali).
La época formativa está indicada por los sitios de Kotosh (desde la fase Kotosh-Wairajirca), Shillacoto, Sajarapatac, Wairajirca, Cruz Pata, Otorongo (Cayhuayna), etc.
La primera fase de Kotosh (Kotosh-Mito) es precerámica, arquitectura que en la sierra central está representada por los departamentos de Huánuco y Ancash. Sobresalen en Huánuco, Shillacoto (que está en la misma ciudad de Huánuco), Piruro (distrito de Tantamayo, provincia de Huamalíes), además de Kotosh, y en Ancash, La Galgada (provincia de Pallasca) y Huaricoto (distrito de Marcará, provincia de Carhuaz). Esta fase también se manifiesta en la zona norcentral del país, desde la costa y hasta la ceja de selva, como en Caral (Supe) y Huacaloma (Cajamarca).
Quizá la secuencia más conocida de la sierra central es la de Kotosh, donde existen seis fases de ocupación continua. La zona de Kotosh se remonta a 4000 años a. C. El arqueólogo Federico Kauffmann considera que “es una expresión de los albores de nuestra civilización andina” y sostiene que por estar junto lo religioso y lo político en la época, Kotosh no solo conformó un templo, sino que fue un centro administrativo y de culto al mismo tiempo. Cuidemoslo, merece ser Patrimonio Mundial.