Interpretando a tus candidatos

Por: Merle Caballero Córdova

Antes de votar por el futuro presidente de Perú, has una terapia electorera para que no se opaquen ni frustren tus intenciones de voto dentro de esta maraña de incertidumbres y dubitaciones preelectorales tan enturbiadas y con muchos “roches”, como nunca, para lo cual te proponemos algunos tips, que lo aceptes de buen agrado y con mucho humor:
1.- Debes saber primero, quién y cómo es la esposa de tu candidato para no cometer el mismo error que se produjo en este régimen que ya está “arrancando” más con pena que con gloria.
2.- Llama por su nombre y no por su apellido a tu candidato, pues las páginas de la historia política peruana de estos últimos años nos enrostran algunos apellidos repetitivos, tradicionales e ingratos, inmersos en la clase política: unos estigmatizados (Fujimori), otros, vituperados (García), algunos, subyugados (Toledo) y por ahí uno impronunciable (Kuczynski).
3.- Jerarquiza tentativamente una serie de valores que te puedan embustear los pretendientes a Palacio, aunque supongas que esto sea una tarea muy difícil, ya que la realidad actual te muestra a Alan y Alejandro que están carcomidos por el contumaz parasitismo y una ambición desmesurada (reelección), a Keiko que ya predispone de una agenda familiar (liberar al padre encarcelado y perpetuar el mandato de casta), a PPK y su pesada carga de lobbies, a César, un empedernido plagiario y a Julio, un violet boy antiestablishment.
4.- Discrimina con mucha circunspección las ofertas paporreteras que tus postulantes. Cuando están en actividad electoral te ofrecen un “rollazo” de fullerías inconsistentes (plan de gobierno), conjugando estupendamente, ahora sí, el verbo hacer en todos sus tiempos y modos, pero una vez en el poder cambian el libreto, ipso pucho, con una actitud desfachatada, es decir lo que funcionó bien en la campaña no lo cumplen fielmente cuando ya son gobierno, dejando es ascuas al martirizado elector. Después de esta fanfarria electoral no te atrevas a entonar, como un preludio, esa canción de Julio Iglesias: “Tropecé de nuevo con la misma piedra…”.
5.- “Te conozco bacalao aunque vengas disfrazao…”
No ironices con demasía a tus aspirantes, pues ellos tienen todo el derecho de estar acorde con la temporada. ¡Carnaval, carnaval! En este asunto todos concuerdan y coinciden con la monserga del plagio del disfraz. Ahí tenemos a una que piratea la pollera colorá de la Paisana Jacinta (dice para aparentar ser más peruana que japonesa), otro que baila rock, robotizado e histriónico y uno que copia el disfraz de un “ukuko” andino (para mimetizarse con su raza distinta) y por ahí hay uno que se disfraza de chamán (con aguardiente, tufo y lisuras incluido) y también está alguien que salta desaforado como King Kong con chaleco, al ritmo de Corazón Serrano.
6.- Cuida tu voto. No mereces, una vez más, ser gobernado por los peores. Años atrás cuando llegaban las elecciones, lo único que uno tenía que averiguar era el local de votación, la mesa de sufragio y estar bien seguro el símbolo a marcar. Hoy, los electores , antes de votar tenemos que investigar, rastrear, escudriñar y constatar que nuestro candidato no sea un indultador de narcos y marcas, alguien que cargue una mochila pesadísima con los pecados paternales, un copiador endémico de tesis y libros, un bachiller o doctor bamba, un yerno lecherazo al quien su suegra le “compra”, bien caleta, unas fincas, unos fosilizados intangibles en la política, un dealer de nuestros recursos naturales, como también a aquellos que tienen un frondoso rabo de paja. Porque así es, señores, esos son los “anticuchos” de nuestros candidatos, y lo peor es que nosotros mismos queremos elegirlos así.
6.- Finalmente, ten presente, que todos ofrecen, todos prometen, todos proclaman, todos anuncian, todos juran, al final nadie cumple, entonces… ¡Vota por nadie!