Idiotez colectiva

Por: Clider Luis Marchand Laureano
Yo había escuchado acerca de la neurosis colectiva, la psicosis colectiva, el complejo de masa, la sugestión colectiva, pero no recuerdo haber escuchado acerca de la idiotez colectiva y seriamente estoy pensando que existe, pues de qué otra manera podría explicarse la actitud de nuestros conspicuos padres de la patria, pues parece que su único anhelo es traerse abajo este gobierno para que en el 2021 aparezcan como los “salvadores” del Perú.
El Thesaurus de Roget dedica seis columnas a escribir los sinónimos de la palabra idiotez, mientras que para la palabra sensatez apenas pudo encontrar sinónimos que ocupan una columna.
“Algo está podrido en el parlamento”, una podredumbre que nos sería cómodo, fácil y a la vez falaz decir que es de ahora, cuando en realidad sabemos que es un vicio que arrastramos desde el inicio de nuestra vida republicana y que siempre hemos tenido parlamentarios pusilánimes e innobles (sólo hay que recordar que el 10 de febrero de 1824 el Congreso dio poderes dictatoriales a Bolívar y se auto inmola al declararse en receso hasta que al venezolano se le ocurra convocarlo nuevamente y con estos poderes absolutos el vende patria de Bolívar complotó para que Guayaquil y el Alto Perú sean desmembrados de nuestra patria) pero el hecho de que lo arrastramos desde siglos no justifica la acción indecente de la mayoría parlamentaria.
Manuel Gonzales Prada decía: “los peruanos somos un pueblo bien extraño, no amamos ni odiamos sólo olvidamos” y en buena medida tiene razón porque el hecho de olvidar hace que siempre nos equivoquemos cuando elegimos a nuestros representantes, democracia le dicen. Pero la historia ha demostrado que la mayoría siempre se equivoca y por ello mi absoluto desacuerdo con el trillado latinismo “Vox populi vox Dei” ¿Quién nos ha hecho creer que la voz del pueblo es la voz de Dios? ¿Acaso siglos atrás la mayoría no decía que la Tierra era el centro del universo?, hasta que tuvo que aparecer Copérnico para demostrarnos que no somos el centro de nada. Quiero clarificar que no estoy en contra de la democracia porque siempre es mejor una mala democracia que una buena dictadura. Entonces ¿se imagina usted, amable lector, si nosotros nos equivocamos de esa manera qué pasará con las nuevas generaciones? Un artículo importante de una prestigiosa revista norteamericana dice: “Y si proyectamos esta actitud hacia el futuro, la conclusión es que cada nueva generación será más estúpida que la anterior”. Aunque suene crudo y doloroso decirlo nos estamos idiotizando cada vez más. Con semejante presagio no es de extrañar de por qué elegimos tan pésimamente. Idiotas, la mayoría de los políticos, por embusteros, idiotas por creerles, pero mucho más idiotas por votar por ellos. Todo sería un poco distinto si leyéramos más, la próxima vez que tengamos que elegir representantes debemos hacerlo con la subcorteza cerebral, es decir, razonando y no con la amígdala cerebral que es la base de la emoción humana. En 1958, Michael Young, escribe un libro titulado “La Aparición de la Meritocracia” y fundamenta que una sociedad bien gobernada sería la que elige a sus gobernantes en base a sus méritos, sus virtudes, sus potenciales y su ética autónoma, heterónoma y humanista. Entonces ahí sí una sociedad tendría a los gobernantes que merece; un gobierno ideal y perfecto como el que soñaba Platón en su “La República”.
Eso es lo que pienso y si alguno no está de acuerdo pues numquam me alienabis; y estoy convencido de que si no actuamos pronto sucederá lo que afirma Shakespeare en su “Antonio” “Maldad ya estás de pie, toma el rumbo que quieras”.