Huánuco, la ciudad de clima envidiable y fértiles tierras, enfrenta retos históricos que parecen insuperables. A pesar de su riqueza natural y cultural, los problemas estructurales y sociales siguen condicionando el desarrollo de la región y afectan directamente a sus habitantes.
Uno de los puntos más críticos es el conflicto por el Mercado Modelo, que tras años de disputas legales ha sido resuelto a favor de los posesionarios que adquirieron el terreno en 2007. Este fallo, avalado por el Poder Judicial, ha generado descontento entre la población, que siente que las decisiones judiciales muchas veces se toman en su contra. El impacto va más allá de lo legal: el traslado de los compradores hacia mercados más lejanos, como Las Moras o la feria de Amarilis, dificulta la rutina diaria de miles de familias.
El sector salud tampoco está exento de dificultades. El hospital EsSalud, con instalaciones insuficientes y fallas en servicios básicos como el suministro eléctrico, es incapaz de atender la creciente demanda de pacientes. Peor aún, la construcción del nuevo hospital en Santa María del Valle está rodeada de incertidumbre debido a la falta de saneamiento físico, expediente técnico y presupuesto.
A esto se suma la vulnerabilidad ante desastres naturales, especialmente por las construcciones ilegales en zonas de riesgo. El gobierno regional, por ejemplo, opera a apenas dos metros del río Huallaga, mientras quebradas en los cerros, como ocurrió en San Luis (zona 5), representan un peligro latente. Las lluvias torrenciales, que podrían activarse en cualquier momento, amenazan con agravar esta situación.
En paralelo, la inseguridad y el deterioro urbano dificultan la calidad de vida. El abandono de calles, la falta de carreteras hacia los distritos y la insuficiencia de obras públicas reflejan una inacción preocupante de las autoridades.
Huánuco no solo necesita respuestas inmediatas, sino una estrategia sostenible que priorice las necesidades de su gente. Es fundamental que las próximas elecciones reflejen un voto consciente, orientado hacia líderes comprometidos con la región. Pero también es responsabilidad de la ciudadanía organizarse y exigir el cambio. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro en el que los problemas dejen de ser «de nunca acabar».