Por: Vladimir H. Santiago Espinoza
La estadística del Instituto Peruano de Economía, parece oponerse a la opinión común de muchos huanuqueños que sostienen que la actividad económica de la región se está contrayendo. La información contenida en el informe de Competitividad Regional 2016 muestra un comportamiento positivo de la producción local, superior al promedio nacional. En 2015, el crecimiento del PBI de Huánuco fue de 6,2 %, en comparación con el indicador nacional que fue de 3,3 %. Los resultados obedecen específicamente a sectores que representan más del 40 % de la actividad económica; es decir, el sector comercio y servicios son los que dinamizan la producción regional; ello en respuesta al aumento de la capacidad de consumo, sobre todo de las familias.
Esta información no debe ser alentadora, en el sentido que nuestra economía se sostiene en sectores (comercio, servicios) que desarrollan ciudades en el largo plazo. Sin escamotear el mérito que tienen estos sectores en la región, debemos precisar que es hora de darle valor agregado y competencias tecnológicas a nuestra producción, solo así podríamos generar resultados como el aumento inmediato del empleo, ampliar la recaudación tributaria; por ende, incrementar la renta de nuestros gobiernos locales y regional.
Esta tarea de cambiar la matriz productiva regional parte por articular una política integral que capitalice los objetivos comunes de los diferentes sectores, para tener un mayor impacto en los resultados; potenciando la industria local con orientación comercial a economías desarrolladas a nivel nacional e internacional.
El Banco Central de Reserva registró hasta diciembre de 2014 información de inversión privada que superaba los mil millones de soles, que incluían la inversión de los centros comerciales, centrales hidroeléctricas; obras que han concluido, cuyo movimiento monetario permitió tener un aumento considerable del PBI el año 2012. Para los años posteriores el BCR no informa inversión privada de impacto para nuestra región. Ello debe ser una preocupación en razón que las inversiones locales se resumen en la apuesta monetaria de las familias en pequeños negocios, que también son buenos, pero no suficientes.
En resumen, son dos propuestas que deben trabajarse: potenciar la actividad industrial, y promover la inversión privada en la región. De no hacerlo, el crecimiento promedio local será descrito como una economía conformista que sigue relegando las oportunidades laborales a jóvenes y profesionales en general. Esta labor corresponde indiscutiblemente a quienes tienen el poder otorgado por el pueblo para administrar nuestros recursos en diferentes aspectos.
Hay un escenario positivo que debe ser entendido, ahora toca tomar decisiones efectivas y técnicamente desarrollables como las mencionadas. Reducción de la burocracia, promoción, consenso, son salidas necesarias. Hoy es momento de apostar por la alianza público–privada para una gestión eficiente. Caso contrario seguiremos lamentando que nuestra economía no es capaz de atender las necesidades individuales, familiares y regionales.
“Depender económicamente de sectores que no generan mucho valor agregado, permitirá que aumente el grado de incertidumbre, dada la lenta respuesta para superar los problemas de exclusión económica que dan estos sectores.