El reciente nombramiento del profesor Edwin Tello González como gerente de Desarrollo Social del Gobierno Regional de Huánuco ha traído consigo una afirmación innegable: la infraestructura educativa en la región se encuentra en condiciones deplorables. Aunque pueda parecer una obviedad para quienes viven esta realidad día a día, lo cierto es que las autoridades locales no han hecho lo suficiente para revertirla.
Desde su llegada, Tello ha señalado con contundencia lo que muchos ya sabían: los colegios de la región están en ruinas. Falta mobiliario, no hay patios adecuados ni centros recreativos para los niños, las aulas carecen de condiciones básicas y en muchos casos siguen dependiendo de pizarras con tiza, perjudicando la salud de docentes y estudiantes. Esta situación no es nueva, pero parece haber sido ignorada sistemáticamente por las autoridades locales, incluyendo alcaldes y asociaciones de padres de familia.
Resulta llamativo que, en solo unos días en el cargo, el profesor Tello haya identificado la magnitud del problema y prometido soluciones inmediatas. Su plan incluye la construcción y remodelación de colegios no solo en la ciudad de Huánuco, sino también en las zonas rurales de las provincias y distritos más alejados.
Sin embargo, la ciudadanía tiene derecho a preguntarse: ¿se trata de un compromiso genuino o es solo una estrategia política más? No es un secreto que el gobernador Antonio Pulgar tiene aspiraciones políticas más allá de su actual gestión. Su reciente historial de devolver dinero al Ministerio de Economía en lugar de cumplir con las sentencias judiciales que benefician a trabajadores de salud y educación genera dudas sobre su verdadera voluntad de cambio.
El pueblo huanuqueño ha visto pasar múltiples gestiones con promesas similares y sabe que el tiempo es el único juez que podrá determinar si estas palabras se traducen en hechos concretos. Si el compromiso del profesor Tello es auténtico, deberá demostrarlo con acciones inmediatas y tangibles, priorizando el bienestar de los estudiantes y docentes antes que cualquier cálculo político.
Los tiempos han cambiado y la educación también. La modernización de los colegios no es un lujo, sino una necesidad urgente. No se puede seguir permitiendo que miles de niños estudien en condiciones infrahumanas, sin acceso a agua potable, desagüe, electricidad, bibliotecas ni salas de cómputo.