Terry Anderson falleció a la edad de 76 años tras una vida marcada por su valentía y sufrimiento.
Anderson permaneció secuestrado en el Líbano durante casi siete años, después de ser capturado por militantes islamistas en Beirut en 1985.
Durante su cautiverio, Anderson fue sometido a condiciones extremadamente difíciles, mal alimentado y obligado a vivir en condiciones precarias en celdas subterráneas y otros lugares inhóspitos.
El secuestro fue reclamado por el grupo proiraní Jihad Islámica, como parte de sus acciones contra ciudadanos estadounidenses, exigiendo la liberación de prisioneros musulmanes chiítas en Kuwait. Este episodio se produjo en medio de la guerra civil en el Líbano, una época de gran violencia y caos.