El expresidente de Bolivia, Evo Morales, ha intensificado su confrontación con el actual mandatario Luis Arce, sugiriendo que este debería renunciar si no puede gobernar correctamente. Morales lideró una marcha de 189 kilómetros hacia La Paz, exigiendo cambios en el gabinete de Arce, al que calificó de «racista y corrupto». La manifestación, respaldada por miles de seguidores, llegó a la capital boliviana, donde los manifestantes coreaban: “Evo sí, Arce no”.
Morales, quien fue clave para la elección de Arce en 2020, ahora lo acusa de traicionar el proceso izquierdista y de corrupción gubernamental. Además, Morales cuestionó la convocatoria de un referendo que podría bloquear su postulación en las elecciones de 2025, al permitir solo la reelección continua y no discontinua, como él había planeado.
A pesar de la tensión, Morales no ha descartado continuar con más movilizaciones si Arce no accede a sus demandas. Mientras tanto, grupos afines al gobierno han intentado bloquear las protestas, sin éxito.
Arce, por su parte, acusó a Morales de tener una «obsesión político-electoral» y de ignorar los problemas reales del pueblo boliviano. La crisis ha profundizado la división dentro del movimiento izquierdista en Bolivia.