Evo Morales evade a la Fiscalía y acusa al gobierno de persecución

El ex presidente de Bolivia, Evo Morales, se atrincheró este viernes en su bastión cocalero del Chapare, tras declararse «perseguido político». Morales, investigado por presunta trata de personas y estupro, no se presentó a declarar ante la Fiscalía, lo que ha llevado a las autoridades a considerar la emisión de una orden de aprehensión. Según Infobae y el periodista Carlos Valdez, la fiscal Sandra Gutiérrez afirmó que “corresponde sacar el mandamiento de aprehensión” luego de la inasistencia del ex mandatario, aunque no precisó cuándo se emitirá la orden.

Morales, quien reside en el Chapare, continúa liderando el sindicato más importante de cocaleros y ha declarado a través de sus abogados que no se presentará a declarar «por falta de garantías». Mientras tanto, sus seguidores han convocado vigilias para evitar su arresto, advirtiendo sobre bloqueos de carreteras en caso de que Morales sea detenido. El Pacto de Unidad, aliado al ex presidente, emitió un comunicado en el que denuncia una supuesta persecución política y amenaza con movilizaciones contra el gobierno de Luis Arce, a quien acusan de corrupción y de ser responsable de la crisis económica actual.

Investigación y tensiones políticas

El caso por el que se investiga a Morales involucra a una joven con la que habría mantenido una relación durante su mandato (2006-2019), cuando ella era menor de edad. Esta acusación, aunque no es nueva, se reactivó después de que Morales encabezara una protesta masiva contra Arce, exigiendo su habilitación como candidato presidencial para las elecciones de 2025. El fallo del Tribunal Constitucional lo dejó fuera de la contienda, lo que ha intensificado las tensiones entre ambos líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), partido actualmente en el poder.

La investigación también incluye a los padres de la joven, quienes tampoco se presentaron a declarar. El comandante de la policía, Álvaro Álvarez, informó que el padre de la joven fue detenido el viernes, sumando un nuevo giro a este complejo caso que ha provocado un cisma dentro del partido gobernante.

Guerra interna en el MAS

La disputa entre Morales y Arce ha dividido al MAS, el partido que Morales lideró durante más de una década, y ha desatado una serie de acusaciones mutuas. Morales, a través de sus redes sociales, acusó al gobierno de forzar un proceso penal en su contra para «descabezar al movimiento popular». Por su parte, Arce lo ha acusado de organizar protestas con el objetivo de forzar su renuncia.

Según analistas y opositores, el MAS atraviesa una profunda crisis, tanto política como económica. El modelo estatista impulsado por Morales parece agotarse en medio de una debilitada economía, lo que ha llevado a partidos de oposición de centro y derecha a buscar alianzas para enfrentar al oficialismo en las próximas elecciones.

Crisis en la justicia boliviana

Este conflicto también ha exacerbado la crisis de confianza en la justicia boliviana. Organizaciones internacionales han señalado la falta de independencia del poder judicial en Bolivia, lo que ha complicado aún más la situación política en el país. La guerra interna en el MAS no solo ha afectado la estabilidad del partido, sino que ha agravado la percepción de una justicia politizada y manipulada, en un país donde las tensiones entre el poder político y la independencia judicial siguen siendo un tema crucial.

El futuro de Morales depende de las decisiones que tome la Fiscalía y de las acciones que sus seguidores y detractores lleven a cabo en los próximos días, lo que podría desatar una nueva ola de inestabilidad en el país.