Por Israel Tolentino
El pájaro carpintero les dio el fuego a los humanos y la hormiga isula los surcos por donde chorreará el agua; fuego y agua, dos elementos vitales en la vida Arakbut. En la sala del Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega se expone Arakbut anämei’ya echime o en español Las semillas de Anämei, como escriben los curadores María Eugenia Yllia y Manuel Cornejo: es el resultado de la apuesta estética y política del colectivo Etochime conformado por Yesica Patiachi Tayori, Luis Tayori Kendero, Percy Tayori Keddero, Anelice Cáceres Patiachi, Hubert Tayori Takori, Paul Sonque Mikiri, Nakeyo Chimatani Lobon, Joao Mikiri Sihui, Fermín Chimatani Tayori, Francis Quique Alvarez Guadalupe Patiachi Tayori, procedentes de las comunidades de Puerto Luz, San José del Karene y Shintuya de Puerto Maldonado, en Madre de Dios. Una apertura al territorio amazónico doblemente periférico, como ubicación y como cultura. Pueblo donde la pintura corporal más que un ornamento ha sido su ropa, conocimiento, sabiduría, memoria.
Mientras se preparaba de esta exposición, Yesica Patiachi Tayori, artista y lideresa del pueblo viajó a una audiencia con el Papa Francisco, un viaje de tres mujeres “indígenas” Latinoamericanas, ella representaba al pueblo Arakbut y el colectivo Etochime.
Para llevar a Roma eligieron una obra pintada con la participación del colectivo denominada “La resistencia del bosque” de 3 x 1.5 m. donde se observa la iconografía Etochime, el consumo de los bosques, la presencia de empresas extractivas grandes y pequeñas que a la larga solamente vulneran a los pueblos indígenas. La obra resume la filosofía Arambutk: La modernidad destruye, somos seres de agua, del bosque, interactuamos con ella, si desaparece también nosotros.
Yesica Patiachi se preguntaba: ¿cómo llevarlo?, ¿cómo pasar aduanas?, con el miedo a fracasar en el intento y, que esta parte del mundo amazónico quede relegado una vez más, cargó la gran pintura, contenía la explicación de las imágenes escritas en español detrás del cuadro junto a los nombres de todos los que la pintaron. La amazonia tiene cosas buenas y malas y generar arte es una acción trascendental. Fue una proeza trasladar la voz del pueblo Arambutk hasta el Vaticano.
Cuenta Yesica Patiachi: viajé el 29 de mayo, del aeropuerto Padre Aldamiz de Puerto Maldonado al Jorge Chávez de Lima, con la pintura enrollada sin ningún cobertor, con cintas a ambos extremos. En aduanas me hicieron preguntas y conté que era artista y profesora, gracias al saludo de un empleado del aeropuerto la encargada me dejó pasar diciéndome: será tu problema si en Lima no te dejan llevar. En Lima, luego de tantas preguntas las convencí que era artista y me dejaron pasar. En el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid – Barajas, en España, fue la parte más difícil del viaje, me llevaron a un interrogatorio, yo no soltaba el lienzo, felizmente no transportaba más equipaje que una mochila de mano, estaba muy tranquila, había cruzado el Atlántico y eso me había dado fuerzas; las energías de mi pueblo y hermanos artistas estaban en cada centímetro de tela pintada. Me sacaron de la fila y en un espacio especial me hicieron un sinfín de preguntas, mi miedo era perder el vuelo a Roma, al final se convencieron que era una pintura y yo era una artista indígena y me dejaron pasar. Me tocaba el aeropuerto Fiumicino de Roma, me dije, allí pasaré de frente, diré y gritaré si es necesario que la pintura que llevo es para el Papa Francisco y tengo una audiencia con él. En Roma todo pasó bien, fueron amables conmigo.
Me tocó darle el cuadro al Papa Francisco, le expliqué lo que significaba, tenía poco tiempo para explicar, la cara del Papa era de contento, me gustó que él la recepcionara. Pueden existir muchos artistas buenos, lo que quedará en la historia es que Etochime marcó un hito en la historia del arte amazónico, confió su voz a un líder importante del mundo.
Es la primera vez que el Papa recibe mujeres indígenas para tener audiencia, el rol de la mujer y su labor misionera, sus temas de educación en la amazonia, en temas ambientales, sociales, culturales. Era importante que esa pintura llegue a sus ojos.
Cuentan a través del relato Anamei, como el árbol les salvó del mundo ardiendo, lleno de caos. Vivimos tiempos parecidos, ese árbol salvador es la amazonia (Pozuzo, noviembre 2023).