ENTRE DIOSES Y HEREJÍAS

Arlindo Luciano Guillermo

Poemario de versos compendiosos, de consistencia conceptual, palabra idónea para las imágenes, ritmo audaz que guiña a la sinfonía, comunica con sutileza y firmeza. La aparición de Entre dioses y herejías representa un hito significativo. Graciela Briceño, nuestra gran poeta de Huánuco, tiene una compañera de ruta. En Graciela y Rossy la escritura privilegia, como una necesidad de primer orden, la poesía, el verso cincelado con serenidad, sin darle las espaldas a la realidad y a la libertad ni dejar amar la vida.  

Huánuco no tiene tradición sostenible de poetas mujeres. Hay más varones que mujeres escribiendo poesía y publicando poemarios. La lejana Amarilis (María de Rojas y Garay) escribió Epístola a Belardo. ¿Quién más en el siglo XVII, XVIII, XIX? Graciela Briceño Ingunza surge para tomarle la posta. En la década del 80 surge el Movimiento Literario Cauce (aunque se le niegue, seguramente con razones, aporte y continuidad a la literatura local) que integraba a mujeres con una expectativa grande, que culminó en recitales y plaquetas. Andrés Jara, Luis Mozombite, Juan Giles y Víctor Rojas son Cauce. Aparece Entre dioses y herejías de Rossy Majino Gonzales, que merece atención y lectura objetivas para darle el sitial y la valoración que merece.        

En Huánuco, la primera voz poética de trascendencia proviene del siglo XVII: Amarilis, cuya Epístola a Belardo revela calidad literaria, exquisitez por la poesía clásica y la simbología del relato (Belardo es Lope de Vega). Desde entonces hay un prolongado paréntesis y una larga ausencia de mujeres escribiendo poesía. Hasta que nació en 1934, en este valle de clima ameno y primaveral, Graciela Briceño Ingunza. Probablemente Amarilis nació “los últimos meses de 1594 o los primeros del año 1595” (L.H. Mozombite). Gabriela Briceño nace el 16 de enero de 1934, es decir, 339 años después. En 1621 aparece, en España, la Epístola a Belardo; en 1959, Graciela Briceño publica Poemas de mi edad. Entre ambos libros hay una distancia de 338 años. Se publica Entre dioses y herejías de Rossy Majino Gonzáles, empresaria editorial, promotora cultural, docente universitaria, parte activa de la movida literaria en Huánuco y el Perú, lectora de poesía. Rossy Majino, en primer lugar, está distanciada de la poesía de postura antimachista, defensora de la equidad de género, de anatomía sexual, de alaridos eróticos en los versos largos o breves y el compromiso político con el destino histórico del Perú. Este deslinde es necesario, pues la poesía de Rossy Majino va en una dirección totalmente diferente. No es María Emilia Cornejo, Rocío Silva Santiesteban, Carmen Ollé ni Giovanna Pollarolo. Es, sin duda, una poetisa destacada en Huánuco, con una poesía que se encamina a la trascendencia literaria, en lo que va del siglo XXI. Blanca Varela estará como el faro gigante para guiar la poesía actual.  

El título plantea una posición de antítesis: herejía-dios; la ubicación intermedia se irá haciendo más visible y patente en el curso de la lectura de los poemas. La antítesis entraña pugna por el poder y la hegemonía. Si el “yo poético” está entre la herejía y varios dioses, a quién se adherirá, por quién tomará partido, herejía es incompatible con dios. En varios poemas hay la presencia de la figura literaria antítesis: luz / noche, promesas / mentira, eternidad / efímero… (Tentaciones de Eva).  Es vital la natural imprecación de la poetisa ante la vida y el padecimiento que esta exige hasta llegar a la felicidad: “¿Dónde están los milagros? / ¿Dónde, las promesas? / Somos las parias / colmadas de desconsuelo, / las trotamundos / de los infinitos infiernos… / Somos las carroñas inmundas, / el despojo indigente de las perversas garras / de tan pagano dilema.” Parias, infiernos, carroñas inmundas, despojo indigente, perversas garras conforman un repertorio simbolista de advertencia de la descomposición de la ética y el humanismo en la sociedad de confort y el poder monetario. Diluvio, Tentación en el desierto, Cuarenta días y cuarenta noches y otros constituyen poemas escritos con paciencia, con precisión conceptual e imágenes cargadas de connotación y audacia.

Los poemas de Entre dioses y herejías transitan de la audacia, la irreverencia, el tono frontal, hacia la felicidad, la armonía y la vigencia de personajes e historia griegos. De Lázaro en el sepulcro se salta a Aquiles, de la crucifixión de Cristo a la ciudad admirable de Ilión (Troya), de “la paria” y “las trotamundos” a Erato, Penélope, París, Helena, y Prometeo. Es decir, del valle de lágrimas se viaja hacia la libertad, la democracia y la ficción imperecedera. Es un contraste premeditado entre cristianismo (Yahvé / Paraíso / Biblia) y la Grecia Antigua (Zeus / Olimpo / poemas homéricos).

La lectura de poesía, la experiencia estética (Borges), la necesidad de comunicar los sentimientos y las emociones están plasmados con pericia, conocimiento y paciencia. Los poemas pulcros y personalísimos de Entre dioses y herejías muestran a una poetisa de oficio. La poesía tiene que superar la valla alta de la sencillez, la trascendencia y el tiempo. Anota con precisión Luis Mozombite en el prólogo. “… Entre dioses y herejías, a nuestro entender un poemario capital dentro del conjunto de la poesía hecha por mujeres en nuestra región. Creemos que el aliento lírico y la trascendencia temática lo colocan en una posición muy expectante en el panorama de nuestras letras.” (Pág. 19)