La implementación de aranceles de gran alcance sobre el acero y el aluminio extranjero por parte del presidente Trump ha desatado una tormenta en el comercio internacional. Estos aranceles, que entraron en vigor el miércoles, han provocado la **reacción** inmediata de la Unión Europea y han intensificado las tensiones con otros socios comerciales, que ya se veían afectados por la postura errática de la administración Trump en materia de sanciones comerciales. Este movimiento proteccionista se produce en un contexto global donde la sobreproducción de acero, especialmente en China, ha sido motivo de preocupación para muchos países occidentales.
Según la investigación publicada por The New York Times, los aranceles del 25 por ciento impuestos por el Sr. Trump afectan a las importaciones de metales procedentes de todos los países que venden acero y aluminio a Estados Unidos. Un gran número de fabricantes nacionales de acero y aluminio respaldan esta medida, argumentando que contribuirá a proteger su sector frente a la competencia extranjera, un argumento que resuena en estados manufactureros clave del país. Sin embargo, se espera que los aranceles eleven los costes para las empresas estadounidenses que utilizan metales extranjeros, incluyendo a fabricantes de automóviles, alimentos y bebidas enlatadas, paneles solares y otros productos.
En respuesta a esta política, algunos socios comerciales han prometido tomar represalias mediante la imposición de gravámenes destinados a perjudicar a los exportadores estadounidenses. Canadá, un importante proveedor de metales para Estados Unidos, ha anunciado que impondrá nuevos aranceles de represalia sobre importaciones estadounidenses por valor de 20.000 millones de dólares, incluyendo metales, ordenadores y artículos deportivos. La Unión Europea, por su parte, ha comunicado rápidamente la imposición de aranceles sobre bienes estadounidenses por un valor de hasta 28.000 millones de dólares, incluyendo bourbon, barcos y motocicletas, lo que supone una clara escalada en las tensiones comerciales.
Estos conflictos podrían desembocar en guerras comerciales aún mayores. El miércoles, al ser preguntado sobre si tomaría represalias contra los aranceles de la UE, el Sr. Trump respondió: «Por supuesto que responderé». Esta actitud inflexible sugiere que la situación podría deteriorarse aún más, generando incertidumbre en los mercados internacionales y afectando negativamente al crecimiento económico global.
Muchos otros gobiernos, como los de Japón, Australia, México, Brasil y Gran Bretaña, han optado por no reaccionar, al menos por el momento, por temor a empeorar las relaciones y el impacto en sus propias economías. Estos países también se están preparando para la próxima ronda de aranceles del Sr. Trump, prevista para el 2 de abril, cuando el presidente ha anunciado que impondrá aranceles a los automóviles extranjeros y a los países que, según él, discriminan a Estados Unidos.
Los recientes movimientos comerciales del Sr. Trump han sacudido los mercados de valores y han exacerbado la preocupación por la economía. Los mercados bursátiles oscilaron entre ganancias y pérdidas el miércoles, ya que los inversores sopesaron la preocupación por los aranceles frente a los datos de inflación de febrero, que fueron mejores de lo esperado. Los analistas han advertido que el plan general del Sr. Trump en materia de aranceles podría impulsar la inflación al alza en el futuro y ralentizar la economía, generando un panorama económico incierto para los próximos meses.