La influencia de Elon Musk en la administración Trump está generando interrogantes sobre su capacidad para gestionar eficazmente sus múltiples empresas. Este escrutinio surge en un momento crítico, marcado por desafíos significativos en Tesla, X (anteriormente Twitter) y SpaceX, sus principales compañías.
Según la investigación publicada por The New York Times, el empresario se enfrenta a crecientes cuestionamientos sobre la atención que presta a sus negocios, dado su rol como asesor del Presidente Trump en la definición de políticas gubernamentales.
Las dificultades operativas y financieras se han intensificado en las últimas semanas. El lunes pasado, X experimentó una interrupción generalizada del servicio, mientras que las acciones de Tesla sufrieron una caída superior al 15%. Esta depreciación se atribuye a la disminución en las ventas de vehículos eléctricos y a las protestas de carácter político dirigidas contra la compañía. Además, un cohete de SpaceX explotó durante su lanzamiento en Florida la semana anterior, dispersando restos en áreas circundantes. Este incidente reavivó el debate sobre los riesgos inherentes a la exploración espacial y la seguridad de las operaciones de lanzamiento.
La respuesta de Musk ante estos eventos ha sido objeto de controversia. Sin aportar pruebas concretas, atribuyó los problemas de X a un ciberataque proveniente de Ucrania. Del mismo modo, acusó a donantes demócratas de fomentar las protestas contra Tesla, también sin presentar evidencia que respalde sus afirmaciones. Frente a la explosión del cohete SpaceX, se limitó a comentar en X: «Los cohetes son difíciles», una declaración que muchos interpretaron como una minimización de la gravedad del suceso.
El creciente involucramiento de Musk en iniciativas gubernamentales, particularmente en un programa de reducción de costos denominado «Departamento de Eficiencia Gubernamental», ha exacerbado las dudas sobre su capacidad para supervisar adecuadamente sus empresas. Este programa busca recortar miles de empleos y contratos gubernamentales. Sin embargo, incluso en este ámbito, su rol ha sido cuestionado, especialmente después de una tensa reunión de gabinete en la que, según fuentes internas, el Presidente Trump limitó su poder a la simple asesoría a los departamentos.
Los efectos de la participación de Musk en la administración Trump son particularmente evidentes en Tesla. La compañía ha sido blanco de protestas, algunas de ellas violentas, en varios de sus concesionarios. Un concesionario en Oregon fue objeto de disparos la semana pasada. En Boston, estaciones de carga de Tesla fueron incendiadas, y manifestantes fueron arrestados en una protesta pacífica frente a un concesionario en Lower Manhattan. Estos incidentes reflejan la creciente polarización política en torno a la figura de Musk y a sus empresas, y plantean serias preocupaciones sobre la seguridad de sus empleados y propiedades.