Por Israel Tolentino
En una crónica de don Virgilio López (Huánuco 1936 – 2019), cuenta el sueño y todas las peripecias de Timoshenko, personaje que gastó su existencia intentando volar. Este sueño no es ajeno al gen huanuqueño. Augusto Ballardo tienen un nexo con Huánuco desde antes de nacer, el personaje regional más cercano en ese cordón umbilical es su tío Augusto Cárdich, primo hermano de su papá Max Ballardo Cárdich. Ha crecido con la imagen de Huánuco Pampa y en sus muchas reflexiones desde su época de estudiante de arte, ese espacio ha vuelto repetidas veces a su mente.
Augusto egresó de la facultad de la PUC con honores, desde entonces su carrera ha ido “in crescendo”. Observador nato, amante de las alturas, continuador del sueño pretérito del hombre: volar. Es el vuelo observado en las aves, en los aviones. Las plumas y los fuselajes, dos campos que conoce bien.
El antecedente de unión entre el cielo y la tierra en el mundo andino puede remontarnos a los seres extraños de ciertas cuevas con pinturas rupestres, posteriormente el arte plumario de los nazca y todo el mundo pre hispánico, el nexo entre amazonia y andinidad, así como en la colonia ese fantástico libro de Santiago el pajarero: Nuevo sistema de navegación por los aires, sacado de las observaciones de la naturaleza volátil por Santiago de Cárdenas natural de Lima, en el Perú el cual lo dedica a su patria 1762.
El trabajo de Ballardo es metódico, con una búsqueda teórica sustentada en su madurez espiritual, es amigo de los esposos Daniel Morales y Ana Mujica, esa cercanía con ellos ha sido su cercanía con Huánuco y la arqueología. Con esa vehemencia y perspicaz mirada de joven ha logrado posesionar su obra y su forma de ser de tal manera que le podríamos añadir en la especial lista de locos nacionales; como el loco de los balcones, el loco de las aves…
Volar es el sueño infinitamente apasionante y su obra logra demostrar los decibeles del sonido del viento en las plumas, la síntesis del color visto en movimiento, las formas elementales primigenias, los ritmos, las modulaciones, incluso la experiencia opuesta al movimiento: el silencio y la quietud. Una obra para sentirse, para verse con los ojos cerrados.
Detrás del vuelo y todas sus elucubraciones hay un “estar” místico, y Augusto Ballardo tiene esas cualidades, es un artista sensato, entendiendo ello como tener los pies sobre la tierra.
Hace poco, el 15 de julio presentó en la zona centro de San Miguel de Allende (México), parte del proyecto que expuso en la Bienal de Cuenca (Ecuador), dice la nota de prensa, compartida por la estudiosa en arte Sofía Arribas: el Museo Insular, iniciativa que inició actividades en 2016, presentó la muestra «Panamazonía: Arqueología viva». Se trata de una instalación derivada del proyecto presentado en la XV Bienal de Cuenca (Ecuador, 2021) por el artista limeño Augusto Ballardo. El trabajo de Ballardo gira en torno a una investigación visual sobre el uso de la geometría en culturas precolombinas, generando analogías que exploran color, proporción y forma como nexos entre el pasado prehispánico y el periodo de modernidad en el Perú. El artista ha participado en múltiples proyectos en instancias nacionales e internacionales como el Museo de Arte Contemporáneo (Lima, 2015), Beca Pivô (Sao Paulo, 2019), ARTBO (Bogotá, 2019) y ARCO (Madrid, 2019), por mencionar algunas. Además, ha conseguido galardones como el Premio de Arte Latinoamericano EFG ArtNexus (Lima, 2018).
Estamos frente a un artista inagotable, capaz de evidenciar en cada ida y vuelta de un monótono vuelo, un despliegue de reflexión mágica, religiosa y sagrada, todo vinculada con las aves como anota Enrique Planas en una entrevista a raíz del premio Art Lima Gallery Weekend.
Desde Santiago el pajarero, hace 300 años, no hemos tenido otro apasionado de las aves con el delirio propio de los locos artistas. A Augusto le ha tocado conocer y entender la psicología del vuelo, el encuentro entre la utopía encarnada en las aves y la realidad de los aviones. Le toca, devolverles a los zapatos la sensación de estar fuera del universo gravitacional, para ello tiene al arte. (Amarilis, agosto 2022).