La preocupación por la salud pública se intensifica en el suroeste de Estados Unidos, donde un brote de sarampión ha alcanzado proporciones alarmantes. Esta situación, que amenaza con revertir los avances logrados en la erradicación de esta enfermedad, pone en jaque a las autoridades sanitarias y exige una respuesta coordinada para frenar su avance. La vacunación, piedra angular en la lucha contra el sarampión, enfrenta desafíos crecientes debido a la desinformación y la resistencia de ciertos grupos de la población.
Según la investigación publicada por The New York Times, funcionarios federales informaron a representantes estatales que la propagación del sarampión en la región suroeste constituye el mayor brote individual desde que Estados Unidos declaró la eliminación de la enfermedad en el año 2000.
La gravedad de la situación radica en que este brote, centrado principalmente en Texas, Oklahoma y Nuevo México, se considera una única emergencia sanitaria por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). El Dr. Dan Filardo, líder del equipo de respuesta al sarampión del CDC, enfatizó la magnitud del problema durante la reunión con los funcionarios estatales, revelando que «este es el brote más grande en los EE. UU. desde que se declaró la eliminación del sarampión en 2000».
En contraste, los casos de sarampión reportados en 2019, predominantemente en comunidades judías ortodoxas de la ciudad y el estado de Nueva York, se consideraron brotes separados. Esta diferenciación se debió a que aquellos brotes fueron alimentados por múltiples introducciones del virus a través de viajeros internacionales, un factor que no parece ser la causa principal del brote actual en el suroeste.
Ante la creciente crisis, el CDC ha anunciado el envío de siete funcionarios adicionales a Texas, epicentro de la propagación del sarampión. Esta medida busca fortalecer la capacidad de respuesta local y brindar el apoyo necesario para contener la enfermedad y proteger a las poblaciones vulnerables. Recordemos que en 2024, un estudio del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) vinculó la disminución de la cobertura vacunal en ciertas áreas con un aumento en la incidencia de enfermedades prevenibles por vacunación, incluido el sarampión.
La erradicación del sarampión, declarada en el año 2000, fue un logro significativo de la salud pública en Estados Unidos. Sin embargo, este nuevo brote subraya la importancia de mantener altas tasas de vacunación y de combatir la desinformación que socava la confianza en las vacunas. La colaboración entre las agencias federales, estatales y locales de salud, junto con la participación activa de la comunidad, es fundamental para controlar la propagación del sarampión y evitar que se convierta en una amenaza aún mayor para la salud pública. El reporte del NYT también indica que la tasa de vacunación infantil en Texas ha caído un 3% en los últimos 5 años, según datos del Departamento de Salud estatal.