El recorte de fondos de Trump desestabiliza el tratamiento mundial y reactiva la tuberculosis

La situación de la tuberculosis, una enfermedad que sigue siendo una de las principales causas de muerte a nivel mundial por enfermedades infecciosas, se ha visto agravada en Kenia debido a recientes recortes en la ayuda internacional. Esta problemática no solo impacta la salud individual, sino que amenaza la estabilidad de comunidades enteras, especialmente en países con sistemas de salud ya sobrecargados.

Según la investigación publicada por The New York Times, la drástica reducción de fondos por parte de la administración Trump ha provocado la interrupción de tratamientos y pruebas diagnósticas para miles de personas en Kenia y cientos de miles a nivel global.

Dalvin Modore, un agricultor de 40 años en el oeste de Kenia, es un claro ejemplo del impacto de estas políticas. Su visible deterioro físico, evidenciado por su extrema delgadez (apenas 50 kilogramos) y la dificultad para moverse debido a la debilidad, son síntomas directos de la falta de acceso a la medicación necesaria. Su tos persistente, agravada en ocasiones con sangre, refleja la severidad de la enfermedad y la urgencia de una intervención médica.

La escasez de recursos ha generado un colapso en el sistema de detección y tratamiento de la tuberculosis en numerosos países africanos y asiáticos. Esta situación se agudizó a partir del 20 de enero, fecha en que se congelaron los fondos de ayuda exterior. Es importante recordar que, antes de estos recortes, Estados Unidos era el principal contribuyente a la lucha contra la tuberculosis a nivel mundial, aportando aproximadamente la mitad del financiamiento internacional.

Los funcionarios de la administración Trump argumentan que otros países deberían asumir una mayor responsabilidad en la financiación de programas de salud global. Además, señalan que se están evaluando los contratos de ayuda exterior para asegurar que se ajusten a los intereses nacionales de Estados Unidos. Esta postura ha generado preocupación entre organizaciones internacionales y defensores de la salud, quienes advierten sobre las consecuencias devastadoras que estos recortes pueden tener en la lucha contra enfermedades prevenibles y tratables.

La falta de acceso al tratamiento no solo afecta a individuos como el Sr. Modore, sino que también incrementa el riesgo de propagación de la enfermedad. Al no recibir tratamiento adecuado, las personas con tuberculosis se convierten en fuentes de infección para sus familias y comunidades, perpetuando el ciclo de la enfermedad y poniendo en peligro la salud pública. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la tuberculosis, si no se trata, tiene una alta tasa de mortalidad.