La reciente controversia entre Sudáfrica y Estados Unidos se centra en la concesión de estatus de refugiado a ciudadanos sudafricanos blancos, generando una crisis diplomática y un debate sobre la persecución y la identidad en el contexto post-apartheid. La tensión se agudiza mientras el presidente Cyril Ramaphosa critica duramente la decisión de aquellos que optaron por emigrar, calificándolos de «cobardes» por abandonar su responsabilidad en la construcción de una Sudáfrica mejor.
Según la investigación publicada por The New York Times, más de 8,000 sudafricanos han mostrado interés en un programa estadounidense diseñado para facilitar el reasentamiento de la minoría étnica blanca en los Estados Unidos, un hecho que contrasta fuertemente con las restricciones impuestas por la administración Trump a refugiados de otras naciones.
Las declaraciones del presidente Ramaphosa, realizadas el martes ante la prensa, subrayaron su desaprobación ante la fuga de ciudadanos que, según él, deberían contribuir a solucionar los problemas internos de Sudáfrica. Este pronunciamiento se produce en un momento delicado, justo antes de su encuentro programado con el presidente Trump en Washington el 21 de mayo, reunión que ahora se presenta cargada de tensión diplomática.
La controversia ha reavivado el debate sobre la dinámica racial en Sudáfrica tras el apartheid. El gobierno sudafricano rechaza tajantemente la justificación de la administración Trump de otorgar estatus de refugiado a los afrikáneres, argumentando que no cumplen con la definición tradicional de refugiado como individuos que huyen por temor a persecución política o religiosa. Es fundamental recordar que la Constitución sudafricana protege los derechos de todas las minorías, incluyendo la blanca.
La cuestión de la seguridad de los agricultores, en su mayoría blancos, ha sido un tema recurrente en la retórica de Trump. En 2018, el entonces presidente solicitó a su secretario de Estado investigar los supuestos «asesinatos a gran escala de agricultores», afirmación que repitió durante su segundo mandato. Elon Musk, también originario de Sudáfrica, ha contribuido a la difusión de teorías conspirativas similares en redes sociales.
Sin embargo, estas afirmaciones han sido desmentidas por datos oficiales y organizaciones agrarias sudafricanas. Las estadísticas policiales muestran que, entre abril de 2020 y marzo de 2024, de las 225 personas asesinadas en granjas, solo 53 eran agricultores, mientras que la mayoría de las víctimas eran trabajadores agrícolas, predominantemente de raza negra. Este dato contradice directamente la narrativa de un genocidio blanco.
La decisión de la administración Trump de suspender la ayuda exterior a Sudáfrica, alegando maltrato a propietarios de tierras blancos, añadió aún más leña al fuego. Esta medida, contrastada con la extrema dificultad que enfrentan refugiados de otras regiones para ingresar a Estados Unidos, ha generado acusaciones de doble rasero y motivaciones políticas por parte del gobierno sudafricano. La aprobación acelerada de las solicitudes de los afrikáneres, en comparación con los largos procesos que enfrentan solicitantes de asilo de otros países, refuerza estas sospechas.