El olvido de los jubilados del sector educación una injusticia imperdonable

En un hecho que genera profunda indignación, los cesantes y jubilados del sector educación enfrentarán estas fiestas sin el aguinaldo que, por derecho, les corresponde. La Dirección Departamental de Educación ha comunicado que este pago no se realizará debido a supuestos «inconvenientes presupuestales». Una excusa que, lejos de justificar la situación, pone en evidencia la falta de planificación y sensibilidad de las autoridades responsables.

La situación es más lamentable si consideramos que el Gobierno Regional dispone de recursos económicos suficientes. Es incomprensible que, a pesar de contar con millones que podrían destinarse a este fin, no se haya priorizado el pago del aguinaldo a quienes dedicaron su vida a formar generaciones de ciudadanos. La indiferencia del gobernador Antonio Pulgar y de los trabajadores encargados de programar estos pagos es inaceptable, y sus acciones –o la falta de ellas– son una muestra del desprecio hacia quienes alguna vez fueron la base del sistema educativo.

Estos profesores retirados, que durante años desempeñaron una labor fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad, ahora se encuentran relegados y desamparados. Cada diciembre, esperan con ilusión este aguinaldo no solo como un ingreso económico, sino como un reconocimiento a sus años de servicio. Este ingreso les permite, en muchos casos, cubrir necesidades básicas o compartir un momento especial en familia durante las festividades. Este año, esa alegría les ha sido arrebatada.

Resulta aún más indignante que no se contemple tampoco el pago de la deuda social, un derecho respaldado por orden judicial que el gobierno regional debería cumplir sin excusas. Los jubilados del sector educación son víctimas de un sistema que prioriza intereses políticos y económicos por encima del bienestar de los más vulnerables.

Hoy, estos héroes invisibles se verán obligados a alzar su voz a través de marchas y plantones frente al Gobierno Regional. Su lucha no es solo por un aguinaldo, sino por la dignidad y el respeto que merecen. Es nuestro deber como sociedad acompañarlos y exigir que sus derechos sean respetados.

La educación es el pilar de un país, y quienes la sostienen no deben ser olvidados.