El mayor iceberg del mundo, conocido como A23a, ha empezado a desplazarse por primera vez desde que se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en la Antártida Occidental en 1986. Con un tamaño aproximado de 4.000 km2, tres veces la ciudad de Nueva York, y un peso de casi un billón de toneladas métricas, el iceberg había permanecido varado en el mar de Weddell debido a que su base estaba atrapada en el fondo del mar.
Recientes imágenes satelitales indican que el A23a ahora se mueve rápidamente más allá del extremo norte de la Península Antártica. Este desplazamiento es impulsado por vientos fuertes y corrientes, y representa un acontecimiento raro dada la magnitud del iceberg. Oliver Marsh, glaciólogo del British Antarctic Survey, mencionó que este evento es inusual y que la comunidad científica estará monitoreando de cerca su trayectoria.
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Se espera que el A23a, uno de los icebergs más antiguos del mundo, gane velocidad y se dirija hacia la Corriente Circumpolar Antártica, entrando en lo que se conoce como “el callejón de los icebergs” en el Océano Antártico. La razón de su movimiento actual podría deberse a un adelgazamiento del iceberg que le ha permitido elevarse del fondo marino y ser llevado por las corrientes.
Existe la posibilidad de que el A23a encalle en la isla Georgia del Sur, lo que podría afectar significativamente a la fauna local, como focas, pingüinos y aves marinas que dependen de las aguas circundantes para alimentarse. Un escenario similar se temió en 2020 con el iceberg A68, pero se evitó cuando se fragmentó en pedazos más pequeños.
Si el A23a no se fragmenta, podría continuar su camino hacia el norte, llegando incluso hasta las costas de Sudáfrica, donde podría interferir con el tráfico marítimo. La situación del A23a es un recordatorio de los cambios dinámicos y las incógnitas que aún enfrentamos en nuestro entorno natural.