El gobierno sirio alcanza un acuerdo histórico con las fuerzas lideradas por los kurdos.

El futuro de Siria se encuentra en una encrucijada, marcada por la búsqueda de la unificación tras años de conflicto. Un hito crucial en este proceso es el reciente acuerdo entre la milicia kurda que controla el noreste del país y el nuevo gobierno sirio, un paso trascendental para Damasco en su esfuerzo por reconstruir un país devastado por la violencia. Este pacto busca integrar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por Estados Unidos, en la estructura estatal, consolidando así el control gubernamental sobre regiones clave, especialmente aquellas ricas en recursos naturales.

Según la investigación publicada por The New York Times, el acuerdo, oficializado por la presidencia siria, estipula la incorporación de «todas las instituciones civiles y militares» de las FDS al nuevo Estado sirio antes de que finalice el año, incluyendo la estratégica explotación de los yacimientos de petróleo y gas.

Este acuerdo no solo implica la integración de las fuerzas kurdas, sino que también exige su colaboración en la lucha contra los reductos del antiguo régimen de Bashar al-Assad. Asimismo, el pacto promete «el derecho de todos los sirios a la representación y participación en el proceso político», en un contexto donde el nuevo liderazgo sirio se compromete a formar un gobierno inclusivo tras años de enfrentamientos sectarios que han desangrado al país. Se estima que más de medio millón de personas han muerto en el conflicto sirio desde 2011, según datos de la ONU, subrayando la urgencia de este tipo de acuerdos.

El anuncio de este acuerdo se produce en un momento crítico, coincidiendo con violentos enfrentamientos en la región costera de Siria que han dejado un saldo trágico de más de 1.300 fallecidos. Este contexto convierte el pacto en un respiro para el nuevo presidente interino de Siria, Ahmed al-Shara, quien enfrenta el desafío de consolidar el poder y restaurar la estabilidad en un país fragmentado. La administración de Al-Shara se enfrenta a la monumental tarea de reconstruir la infraestructura devastada, la economía y la sociedad civil, así como el retorno de millones de refugiados y desplazados internos.

Desde que la coalición rebelde liderada por Al-Shara derrocó a Bashar al-Assad en diciembre, el nuevo gobierno ha priorizado la unificación de la compleja red de grupos rebeldes que operan en Siria. Entre estos, las fuerzas kurdas en el noreste, ricas en petróleo, han representado uno de los mayores retos. No obstante, la situación de seguridad sigue siendo precaria, y la integración total de todas las milicias bajo el mando de Al-Shara aún está por verse. La transición de estas milicias a una fuerza nacional unificada requiere un proceso de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) complejo y sensible.

La orden del nuevo gobierno sirio de disolver todos los grupos armados ha sido acatada por varias milicias destacadas en las últimas semanas, quienes han manifestado su voluntad de cooperar con las nuevas autoridades. Sin embargo, la integración completa de estas milicias en un único ejército nacional bajo el liderazgo de Al-Shara sigue siendo incierta. La capacidad del gobierno para cumplir con las promesas de inclusión y justicia social será fundamental para asegurar la sostenibilidad de este acuerdo y construir una Siria unida y estable.