El expresidente Trump ha reactivado su política comercial con China, enfocándose ahora en el sector del transporte marítimo comercial. A pesar de las intenciones iniciales de imponer medidas estrictas, la administración Trump suavizó las regulaciones tras la advertencia de navieras e importadores sobre posibles aumentos en los costos de envío, un factor clave para la economía global y el comercio internacional.
Según la investigación publicada por The New York Times, las nuevas directrices implicarán que las empresas navieras chinas y muchos propietarios de buques construidos en China deberán abonar tarifas al atracar en puertos estadounidenses, aunque las compañías navieras más grandes se beneficiarán de pagos significativamente menores y las más pequeñas quedarán exentas.
La administración Trump justificó estas acciones argumentando que China ha empleado prácticas comerciales desleales, como subsidios masivos, para lograr una posición dominante en la construcción naval. Dichas prácticas, según la administración, han perjudicado la competencia justa y la viabilidad de la industria naval estadounidense. Las nuevas reglas también contemplan incentivos para el crecimiento de la industria de construcción naval estadounidense, ofreciendo a las líneas navieras reembolsos en sus tarifas si invierten en la compra de barcos construidos en Estados Unidos en los próximos años.
En palabras de Jamieson Greer, director de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, la medida busca revertir el dominio chino, abordar las amenazas a la cadena de suministro estadounidense y estimular la demanda de barcos construidos en el país. Greer enfatizó que esta acción representa un paso fundamental para proteger la industria nacional y fortalecer la seguridad económica de Estados Unidos.
Curiosamente, estas regulaciones tienen su origen en una petición presentada durante la administración Biden por un conjunto de sindicatos, incluyendo United Steelworkers y AFL-CIO, solicitando una investigación exhaustiva sobre las prácticas de construcción naval chinas. La administración Biden llevó a cabo la investigación y emitió un dictamen poco antes de la toma de posesión de Trump en enero, concluyendo que China había desplazado a empresas extranjeras en el sector de la construcción naval y había perjudicado injustamente el comercio estadounidense.
David McCall, presidente de United Steelworkers, elogió la decisión y afirmó que la investigación del gobierno validó sus acusaciones. McCall añadió que el anuncio representa una serie de pasos importantes para restaurar la capacidad de construcción naval de Estados Unidos, un sector vital para la economía y la seguridad nacional.