EDITORIAL. Mafias y más mafias

Dicen que no hay camino fácil para alcanzar nuestras metas. Nuevamente, la viveza y la informalidad, patrones de comportamiento que se adoptan probablemente en casa, les pasó factura un grupo de jóvenes aspirantes a universitarios que pretendían hacer trampa en un examen de admisión a la primera casa superior de estudios del departamento.

Lo más grave es que el hallazgo nos lleva a pensar que inescrupulosos se aprovechan de la necesidad de asegurar ingreso a la universidad, estafando al pobre padre de familia, a los alumnos y por supuesto a la educación. 

Esto no es nada nuevo, lo novedoso es el sistema de tecnología utilizada por los inescrupulosos para obtener dinero sucio, que a la larga el mismo postulante malogra su destino, su futuro, pudiendo estudiar, dedican su tiempo a otras cosas.

Estos actos son delitos, pero lo malo es que no se llega a conocer a los organizadores o a los operadores, que deberían estar presos por su dañina conducta.

Felizmente, la universidad, previendo estas prácticas inmorales, organizó un sistema de control, que logró detectar a unos cuantos malos postulantes que se engañan y se acostumbran a lograr algo previa coima.