El expresidente Alberto Fujimori fue recluido nuevamente en el penal de Barbadillo, donde continuará cumpliendo su sentencia de 25 años de cárcel por los asesinatos de La Cantuta y Barrios Altos.
Recordemos que Fujimori salió de prisión debido a que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski le otorgó un indulto humanitario. Posteriormente, gracias a su propia hija Keiko, embriagada de poder y ego, arremetió contra su hermano Kenji por lograr la libertad de su padre. Como se conoció después por videos grabados por el judas Mamani, se configuró una serie de favores políticos entre Kenji y PPK a cambio del indulto. En el acuerdo, Kenji libraba a PPK de la vacancia y PPK otorgaba el indulto.
Coincidentemente, el exfiscal de la Nación, Pedro Chávarry, inició la investigación, probablemente a pedido de la misma Keiko, no sería sorpresa. Gracias a ello, la Sra. Keiko pudo sacar del medio a su hermano, retirándolo del Congreso de manera indeterminada.
Keiko, después de ser, literalmente, la mujer más poderosa del país por casi dos años, de manejar a su antojo el Congreso sin tener consideración alguna por el país, hoy está en prisión. Convenientemente, ella apela ahora a la empatía, la compasión y la pena de todos los peruanos, para que la dejen en libertad. Sin embargo, cuando tuvo poder, no le interesó arremeter para destruir a su hermano políticamente, ni perjudicar a su anciano padre para anular el indulto, ni menos destruir y desestabilizar el país económica y políticamente.
El exdictador tiene aún por cumplir 13 años de sentencia a sus 81 años. Él ha considerado esta medida como una “sentencia de muerte lenta y segura”, y tiene mucha razón. Interesantemente, como también lo acaba de hacer su hija Keiko, ha recurrido también a la empatía y pena por estar enfermo y adulto, y menciona también en una carta sus logros cuando fue presidente del país. Todo esto es obviamente entendible. Sin embargo, hasta ahora no ha sido capaz de disculparse con las víctimas de los atentados, ni de pagar la millonaria indemnización impuesta.
Como el mismo patriarca lo dijo, “la política ha destruido a mi familia.” Sería interesante que todos los políticos y es más, ciudadanos, tomemos esto en consideración, ya que uno de los más grandes y recurrentes errores del hombre cuando se tiene poder, es la arrogancia.