La idiosincrasia del “vivo” está muy arraigada en nuestro país. Mujeres y hombres muchas veces se afanan orgullosamente de ser muy “vivos”, porque tal vez hicieron dinero de manera rápida y sin mucho esfuerzo, es decir, sacándole la vuelta a la ley. Y en otros casos, ciudadanos que se autodenominan honorables, hacen lo propio pero en áreas menos comunes y donde ellos consideran pueden salirse con la suya.
Aparentemente, aún creemos en cuentos de hadas, ya que seguimos viendo día tras día, personas estafadas con el cuento de las pepitas de oro y tantas otras maneras de engaño. Todavía nos cuesta entender que para lograr nuestros objetivos y metas, uno tiene que trabajar de manera ardua y constante, y que no hay éxito al primer ni al segundo intento, sino mucho, mucho después.
Siempre tratamos de sacarle la vuelta a la ley o la norma. Desde ciudadanos comunes y corrientes, que prefieren pagar o hacerse ellos mismos una conexión clandestina de agua o luz, para utilizar gratis el servicio, o simplemente quedarse con un vuelto de más; o en el caso de empresas que una vez ganadas las licitaciones, incumplen los términos de sus contratos solo para llevarse una platita extra al bolsillo.
Casos como los arriba mencionados, suceden constantemente en este departamento y en el país. Por decir, en nuestra edición de ayer informamos de cómo las conexiones clandestinas de agua potable, han afectado seriamente la culminación de la obra de agua potable y alcantarillado de Ambo. O por ejemplo, vemos cómo las municipalidades tienen que batallar contra los lupanares, que muchas veces funcionan con licencias vencidas, o de otras ciudades.
Mientras sigamos con esa actitud solo promoveremos la desconfianza y la mala intención entre nosotros, por decir lo menos, lo más, es que estaremos formando a futuros ciudadanos con tendencias delincuenciales solo gracias a nuestra “viveza”.