La ciudadanía cumplió con su deber cívico de elegir a sus autoridades, quienes por cuatro años les entregaremos el poder para gobernar las diferentes alcaldías provinciales, distritales y el departamento a través del Gobierno Regional. Se pudo apreciar tanto a ciudadanos jóvenes emocionados buscando sus mesas para cumplir, por primera vez, con su derecho a decidir el destino del departamento, así como a ciudadanos mayores y adultos mayores, que incluso sufriendo alguna dificultad física, acudieron a las urnas con la esperanza de votar, y que su voto cuente al momento de elegir a la nueva autoridad. Obviamente, lo ideal sería que el elegido sea una persona con valores, que trabaje en bien de la ciudad con valentía, que enfrente los problemas del tránsito, que ordene con serenidad el problema social de los vendedores ambulantes y resuelva los innumerables problemas y deficiencias que aquejan a Huánuco.
En términos generales, la votación se llevó a cabo con total tranquilidad, orden y colaboración de los votantes, de los encargados de dar seguridad, de los miembros de mesa; salvo la confusión que causó cuando había que buscar las mesas por apellidos y no por el número respectivo como se votaba antes. En las calles se vivió una verdadera fiesta, con vendedores de toda clase de productos, vivanderas, vías totalmente intransitables por miles de mototaxis, especialmente en los centros de votación.
Esta fiesta electoral, totalmente atípica y llena de incertidumbre, nos enseñó y demostró que en la actualidad el dinero ya no es suficiente para ganar una elección, por el contrario, según algunos votantes valoran mucho la humildad y honestidad del candidato. Debemos remarcar, como una “anécdota”, que algunos candidatos utilizaron armas prohibidas e incluso ilícitas con tal de engatusar a los electores con la indiferencia y complicidad de los entes electorales.
Ahora, se espera que tanto el alcalde y gobernador trabajen juntos por Huánuco y que no se repita las historias anteriores donde no existía comunicación y menos voluntad de trabajar por la gente que los eligió. Al final el que pierde o gana, como siempre, es el pueblo.