Nuestro penoso Congreso de la República sigue haciendo noticia negativa por la denigrante conducta de algunos de sus miembros. Para empezar, la otrora conocida como una gran voleibolista, señora Leyla Chihuán, se ha vuelto famosa por sus comentarios desatinados sobre su alto estilo de vida y que el irrisorio sueldo de 16 000 soles que gana en el Congreso no le alcanza para cubrir sus necesidades. Esto ha sido tomado como una burla e insulto a los pobres del país que con tan sólo un sueldo básico sobreviven con dignidad y sin participar en actos irregulares ni de corrupción. Tal ha sido la reacción de la población que ahora su apellido se ha convertido es una de las jergas más usadas por la población a nivel nacional, como sinónimo de carencia de recursos económicos.
El otro personaje que ha creado aún mayor rechazo y desprecio a los congresistas y especialmente fujimoristas, es Moisés Mamani. Este congresista ya era conocido como el Judas del Congreso al haber grabado a sus amigos y colegas haciendo sus arreglos bajo la mesa, a pedido de las altas cabezas del partido Fuerza Popular. Este señor que no tiene siquiera un título profesional válido, porque sus estudios los fraguó al extremo que no sabía en qué escuela o colegio había estudiado, cometió un delito aberrante y cobarde, realizó tocamientos indebidos a una aeromoza de la línea Latam. La dama, de raíces brasileras, denunció que el cobarde Mamani, la agarró de la cintura para luego bajar la mano y tocarle las nalgas y piernas.
Este sujeto se cree al parecer intocable, ya que sus colegas fujimoristas lo han protegido en otras oportunidades. De lo que estamos seguros, es que este desdeñable sujeto no merece ser congresista y debería de ser desaforado lo antes posible. La ministra de la Mujer, al igual que algunos congresistas, e incluso algunos de su bancada, han sugerido que sea investigado y castigado por la justicia.