En un esfuerzo por mantenerse al día con los avances tecnológicos en la medicina y las crecientes preocupaciones del público sobre los aditivos alimentarios, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) había incorporado a sus filas a especialistas de diversas áreas. Expertos en robótica quirúrgica, pioneros en inteligencia artificial, químicos especializados en alimentos, supervisores de seguridad de laboratorio y especialistas en diabetes formaban parte de este reclutamiento estratégico, buscando dejar atrás métodos invasivos y obsoletos. La agencia ofreció puestos remotos y la oportunidad de influir significativamente en sus respectivos campos, atrayendo a profesionales de mediana carrera. El objetivo era claro: modernizar la agencia y garantizar la seguridad y eficacia de los productos que regula. Sin embargo, un cambio drástico se avecinaba.
Despidos masivos en la FDA.
En un giro inesperado, una serie de despidos masivos dentro de la FDA ha puesto en entredicho los esfuerzos recientes de la agencia por modernizarse y adaptarse a los rápidos avances en tecnología médica, según el reportaje del *The New York Times*. La medida, que afectó a cientos de empleados, levanta interrogantes sobre el futuro de la supervisión y regulación de productos médicos y alimenticios en Estados Unidos.
La situación se complica aún más por el hecho de que gran parte de los despidos afectaron a empleados cuyos puestos no eran financiados por los contribuyentes. Estos puestos eran financiados a través de acuerdos aprobados por el Congreso, que canalizaban «tarifas de usuario» provenientes de las industrias farmacéutica, de dispositivos médicos y del tabaco hacia la agencia. Estos fondos, si bien han sido objeto de críticas por parte de figuras como Robert F. Kennedy Jr., el nuevo secretario de Salud, quien los considera una fuente de corrupción dentro de la agencia, son ampliamente considerados como indispensables para el funcionamiento de la FDA. De hecho, representan casi la mitad del presupuesto total de la agencia, que asciende a 7.200 millones de dólares. Estas «tarifas de usuario» fueron implementadas por primera vez en 1992 con la Ley de Aceleración de la Aprobación de Medicamentos para responder a la crisis del VIH/SIDA.
Si bien se estima que la FDA ha perdido alrededor de 700 de sus 18.000 empleados, algunos de los recortes han afectado tan profundamente a equipos pequeños que los miembros del personal temen que la seguridad de algunos dispositivos médicos pueda verse comprometida. Entre los despedidos se encuentran científicos financiados por las tarifas que monitorean si las pruebas detectan patógenos en constante evolución, incluidos los que causan la gripe aviar y el Covid. Los despidos también impactaron los equipos que evalúan la seguridad de dispositivos médicos como grapadoras quirúrgicas, nuevos sistemas para el control de la diabetes y programas de software de inteligencia artificial que escanean millones de resonancias magnéticas y otras imágenes para detectar cáncer más allá del ojo humano. La «tecnología de implantes cerebrales», como la que desarrolla Neuralink de Elon Musk, también se vio afectada por la eliminación de puestos clave en la evaluación de su seguridad.
La magnitud de los despidos ha generado preocupación en la industria de dispositivos médicos, lo que llevó a un importante grupo comercial a solicitar que la administración Trump reconsidere los recortes de empleos. Adicionalmente, la división del tabaco, financiada en su totalidad por un impuesto especial sobre los cigarrillos, perdió aproximadamente 85 miembros del personal. Esto genera inquietudes sobre la capacidad de la agencia para regular efectivamente la industria del tabaco y hacer cumplir las leyes contra la venta de tabaco a menores de edad. La FDA tiene la autoridad para regular la fabricación, distribución y comercialización de productos de tabaco, pero la reducción de personal podría obstaculizar su capacidad para hacerlo. La Ley de Control del Tabaco de 2009 otorgó a la FDA la autoridad para regular los productos de tabaco.
El Dr. Robert Califf, comisionado de la FDA durante la administración Biden, expresó su preocupación por la aparente aleatoriedad de los recortes de personal. En una crítica velada al Departamento de Eficiencia Gubernamental de Musk, que está reduciendo la fuerza laboral federal, el Dr. Califf calificó los despidos como «antieconómicos». Jim Jones, exdirector de la división de alimentos de la FDA, renunció a su puesto en señal de protesta por los recortes. Según Jones, se eliminaron nueve puestos del personal de seguridad de los productos químicos alimentarios, que constaba de 30 personas, incluidos toxicólogos y químicos especializados. Los puestos de trabajo en la FDA tienen salarios medios anuales de 130.000 dólares.