CUANTA FALTA NOS HACE UNA DEMOCRACIA CON INTERCULTURALIDAD

LA VOZ DE LA MUJER

Escrito por: Denesy Palacios Jiménez

4 julio 23.

Estamos asistiendo al epílogo de una corriente que se niega a aceptar que somos un país pluricultural y multilingüe.

El panorama social, político y económico que nos presenta el país se agudiza, agravando la crisis que vivimos en el orden político. Esta crisis repercute en la vida nacional porque no queremos darnos cuenta de la lucha anticolonial o de descolonización que vivimos. Conforme lo señala Víctor Hugo Cárdenas, tiene nombre y apellido: se llama democracia intercultural. Es lo que se precisa, antes que el remedo que hacen nuestros congresistas y políticos decir. La lucha anticolonial, que es formulada en negativo, tiene que tener un contenido positivo y eso significa democracia intercultural.

Para entender mejor, es necesario que se comprenda este planteamiento. El katarismo y el indianismo son dos corrientes ideológicas y políticas que tienen coincidencias, pero que también tienen diferencias. Cuando se llega a la lucha política por la liberación de nuestros pueblos indígenas y también por otros pueblos no indígenas, como criollos, mestizos, afro peruanos, etc., encontramos a una generación que había tratado de entender esta situación.

Se plantea que hay fases en los movimientos, uno de ellos es el indianismo y el otro es el katarismo, basado en el pensamiento de Túpac Katari, quien luchó bajo los ideales de Túpac Amaru. Desde entonces, el katarismo ha sido un espectro amplio de discursos y proyectos indios que han disputado entre sí la hegemonía política sobre los sectores indígenas desde la década de 1980 y que ha tenido buena repercusión en Bolivia.

Mariátegui, en el Perú, no es indianista ni katarista, es indigenista. Arguedas, en Bolivia también es literatura indigenista. Para el autor no es lo mismo katarismo, indianismo e indigenismo. Hablando de los años 70 y los 80, el katarismo y el indianismo, particularmente, han contribuido evidentemente a la reconquista de las libertades democráticas.

Hoy, ya se ha visibilizado la problemática y hay logros importantes que se manifiestan no solo en el bajo porcentaje de aceptación del congreso peruano actual, sino que ha servido para la inclusión expresa de representantes no solo de cuota de género sino también de grupos amazónicos en los gobiernos regionales. Urge poner en la agenda social y en la agenda pública el tema de los pueblos indígenas y originarios.

Debemos reconocer que son las poblaciones empobrecidas en el proceso de colonización, y que la República en sus más de doscientos años de existencia no lo ha priorizado. Por eso, este sector de la población sigue siendo el más empobrecido y el más vulnerable, porque el Estado no ha atendido sus demandas, ni siquiera las de las necesidades básicas.

Estas marchas, llamadas las Tomas de Lima, obedecen precisamente a este tipo de demandas no atendidas. A esto se suma que quienes están en el congreso, lejos de buscar la solución a los problemas, estamos viendo que están más preocupados en mantener su situación de privilegio y por eso derrochan el presupuesto nacional, en vez de atender dichas demandas. Hacer esto significaría empezar por hacer una justicia histórica y el reconocimiento de la deuda que tenemos todos para con nuestros hermanos.

Solo encontramos: la sordidez de un congreso advenedizo, harapiento en sabiduría, ha tomado el control de todos los poderes y con ello el control político del país, para beneficio personal y grupal.

No queremos que haya más represión a su legítimo derecho de insurgencia, ni perder una vida más de nuestros hermanos. Fundamentalmente, en eso estriba una democracia con interculturalidad. Es decir, respeto a todos los peruanos no importa de dónde provengamos, ni la lengua que hablemos, todos merecemos ser atendidos.