La creación de una reserva nacional de Bitcoin y otras divisas digitales, mediante una orden ejecutiva firmada por el Presidente Trump, ha desatado una ola de controversia. Este movimiento audaz, según un asesor, se plantea como una estrategia para consolidar el liderazgo de Estados Unidos en el emergente mundo de las criptomonedas, un sector que ha experimentado un crecimiento exponencial en la última década, impulsado por la descentralización financiera y la promesa de nuevas oportunidades de inversión.
Según la investigación publicada por The New York Times, la iniciativa ha sido recibida con escepticismo y críticas, especialmente por quienes la ven como un intento de beneficiar a los inversores en criptoactivos, dada la volatilidad y la complejidad inherente a este mercado.
La base de esta reserva digital estaría constituida por Bitcoin incautados en diversos procesos legales a lo largo de los años. David Sacks, el zar de políticas de criptomonedas e Inteligencia Artificial de la Casa Blanca, reveló a través de redes sociales que el valor estimado de este «botín» digital asciende a unos 17 mil millones de dólares. Esta cifra representa una parte significativa del total de Bitcoin en circulación, lo que podría tener un impacto considerable en el mercado.
Adicionalmente, la orden insta a las agencias federales a concebir «estrategias neutrales desde el punto de vista presupuestario» para adquirir aún más Bitcoin, siempre y cuando estas adquisiciones no impliquen costes adicionales para los contribuyentes. Este aspecto ha generado debate sobre la viabilidad y la ética de utilizar fondos públicos, aunque sea indirectamente, para invertir en un activo tan volátil y especulativo.
Sacks defendió la medida, subrayando el compromiso del Presidente Trump de convertir a Estados Unidos en la «capital mundial de las criptomonedas». Aseguró que el país no tiene intención de vender ninguno de los Bitcoin almacenados, comparando la reserva con «un Fort Knox digital», una referencia a la bóveda de oro de los Estados Unidos, lo que sugiere una estrategia a largo plazo y una visión de Bitcoin como un activo estratégico.
Desde que Trump asumió el cargo en enero, su administración ha impulsado activamente la industria cripto, un sector dinámico pero inestable que ha tenido disputas con los reguladores federales durante años. En un giro notable, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha retirado demandas contra dos de las mayores empresas de criptomonedas del país y ha suspendido las investigaciones sobre varias otras. Además, el Presidente Trump tiene previsto organizar una «cumbre cripto» en la Casa Blanca el viernes, un evento sin precedentes que reunirá a ejecutivos del sector.
Sin embargo, los intereses personales del Presidente Trump en el éxito de la industria cripto han generado preocupaciones sobre posibles conflictos de interés. El año pasado, fundó World Liberty Financial, una empresa que ofrece una criptomoneda llamada WLFI. Poco antes de su investidura, también comenzó a vender una llamada «memecoin», un tipo de criptomoneda vinculada a una broma en línea o a una figura famosa, acciones que han suscitado críticas por parte de expertos en ética gubernamental.