El foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) no solo ha sido crucial para la economía peruana, sino que también marcó uno de los momentos más controversiales en la política del país: la renuncia de Alberto Fujimori a la presidencia por medio de un fax enviado desde Japón. Este evento, que sigue en la memoria colectiva, tuvo lugar en el contexto de la cumbre APEC 2000, mientras Fujimori enfrentaba una crisis política que puso fin a su mandato en medio de acusaciones de corrupción y abuso de poder. Según el informe de Infobae de Carlos Oré Arroyo.
La historia se remonta a 1992, cuando Fujimori, tras un autogolpe que le otorgó el control absoluto del gobierno, comenzó a gestar su estrategia para integrar a Perú al APEC. Según la versión de Keiko Fujimori, su padre habría expresado su interés en que el Perú ingresara al foro como una forma de proyectar la economía nacional hacia el comercio con Asia. Sin embargo, la moratoria que APEC estableció hasta 2007 para aceptar nuevos miembros fue un obstáculo, que finalmente se superó en 1998, cuando Perú fue aceptado oficialmente en el foro.
Una relación marcada por intereses comerciales y diplomáticos
El sueño de Fujimori de integrar a Perú al APEC se concretó en 1998, después de años de diplomacia con Japón, donde el entonces primer ministro Ryutaro Hashimoto jugó un papel clave para su inclusión. En ese momento, Perú buscaba abrirse al comercio exterior en un esfuerzo por consolidar la economía tras años de inestabilidad interna. En su cuenta en la plataforma X, Keiko Fujimori describió este ingreso como un hito impulsado por su padre, quien “creyó que el ingreso de Perú al foro era un paso decisivo para la nación”.
Sin embargo, la relación de Fujimori con APEC tomó un giro inesperado dos años después, cuando su última participación en el foro sería recordada no por su diplomacia, sino por su huida del país. Los escándalos de corrupción, revelados por los ‘Vladivideos’—grabaciones de su asesor Vladimiro Montesinos comprando apoyos políticos—desencadenaron una serie de denuncias y crecientes demandas de justicia. Bajo esta presión, Fujimori viajó a Brunéi para la cumbre de APEC en noviembre de 2000.
La huida que sorprendió a todo el país
Mientras Perú esperaba que el mandatario regresara de APEC para enfrentar las acusaciones, Fujimori sorprendió a todos desviando su ruta hacia Tokio, Japón, y enviando su renuncia desde allí a través de un fax dirigido al Congreso peruano. Este hecho, insólito en la historia política peruana, selló el final de su gobierno, que se vio forzado a cerrar abruptamente en medio de la indignación nacional y la urgencia de una transición. El Parlamento peruano rechazó la renuncia y, en cambio, declaró la “vacancia moral” del presidente, sentando un precedente en el manejo de crisis políticas en el país.
La huida de Fujimori y su posterior renuncia por fax dejaron al Congreso en la tarea de restablecer la institucionalidad. Se eligió a Valentín Paniagua, un reconocido político de Acción Popular, como presidente de la mesa directiva, y con ello asumió el mandato de liderar el gobierno de transición hasta las siguientes elecciones. Así, APEC 2000 no solo significó para Perú una apertura al comercio internacional, sino también una de las transiciones políticas más profundas en su historia.
APEC: un foro económico y un reflejo de la política peruana
A pesar de las polémicas que rodearon la salida de Fujimori, el ingreso de Perú al APEC fue, y sigue siendo, un hito en el contexto de la política económica del país. Este foro, fundado en 1989, tiene como misión promover el libre comercio y la cooperación económica en la región Asia-Pacífico, integrada por 21 economías. La inclusión del Perú representó la oportunidad de consolidar alianzas estratégicas en la región, fomentando un crecimiento económico sostenido y la reducción de barreras comerciales.
La presidencia peruana ha asumido este compromiso en varias ocasiones, siendo anfitriona del foro en dos oportunidades: en 2008, bajo el segundo gobierno de Alan García, y en 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski recibía a los líderes mundiales apenas medio año después de asumir el poder. En 2024, la presidenta Dina Boluarte recibirá nuevamente a los mandatarios del APEC en Lima, en un contexto de relaciones internacionales tensas, especialmente con México, país que ha optado por no participar en el evento.
Keiko Fujimori y el legado de su padre en APEC
La lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, quien ha sido candidata presidencial en tres ocasiones, ha buscado reivindicar el legado de su padre en la política internacional de Perú, resaltando su rol en la integración del país al APEC. Aunque el foro sigue siendo un símbolo de oportunidades comerciales, para muchos peruanos también representa una etapa oscura de la política nacional, marcada por escándalos de corrupción y el uso de influencias diplomáticas para eludir la justicia.
“El ingreso al APEC fue un sueño para mi padre y representó una apertura al comercio y a nuevas alianzas”, comentó recientemente Keiko Fujimori en sus redes sociales, aludiendo al interés de su progenitor en fortalecer la presencia peruana en el ámbito internacional. No obstante, el recuerdo de la renuncia por fax, uno de los episodios más impactantes de la política peruana, sigue presente en el imaginario colectivo, como un recordatorio de cómo la diplomacia internacional puede mezclarse con los intereses políticos internos.
APEC 2024: una oportunidad bajo la lupa de la historia
Con la próxima edición de APEC en Lima, programada hasta el 16 de noviembre, el Perú se prepara para recibir a líderes de todo el mundo, incluidos el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario chino, Xi Jinping. Sin embargo, la ausencia confirmada de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, debido a las tensiones diplomáticas, subraya que los desafíos de la política exterior peruana siguen siendo complejos.
APEC 2024 llega en un momento en el que el país enfrenta varios retos de gobernabilidad y de credibilidad política. La visita de mandatarios mundiales brinda a Perú una plataforma de proyección internacional, a la vez que resalta la importancia de sostener políticas internas que aseguren la estabilidad y fortalezcan la confianza en sus instituciones.