ANTONIO PAUCAR EN GRÁFICA ERRANTE

Por Israel Tolentino

Antonio es un artista que se vale de su cuerpo mortal como instrumento para sus fines artísticos y vida diaria.

La gráfica desde el adjetivo expandido, posibilita en teoría, usar medios tradicionales para la realización de una obra, a fin de cuentas, expandir los cánones lleva a proporcionar otros nuevos; es en este sentido que lo propuesto por Antonio Paucar trasciende los límites normales de la visión gráfica.

Gráfica expandida puede considerarse hoy en día como otra práctica que ofrece el canon, respetando su esencia de reproductibilidad. Antonio confiere a la matriz (madre reproductora) y al resultado la misma jerarquía.

Su cuerpo es “presencia y ausencia”, como escribe Doris von Drathen, en el catálogo Yalpayninchikta simpashtin (Trenzando nuestra memoria); si bien ella añade que en la performance del 2007 Purzelbaum in Yves Klein Blue (Salto Mortal en Azul Yves Klein): “lo que importa al realizar esta acción no es el color sino el movimiento en el espacio (…) creándose en su mente una escultura cuya dinámica perdura. El evento de esta escultura invisible, tan impresionante que le hace a uno olvidar el cuerpo.” El artista, al repetir este proceso performático en la sala 113 del Espacio Fugaz, añade a toda esta percepción su cuerpo escultura como matriz para una impresión gráfica. Antonio logra congeniar todas las artes tradicionales convirtiendo el performance en: escultura invisible (Von Drathen), pintura, grabado.

Hasta ahora, el proyecto Gráfica Errante ha mostrado un conjunto de posibilidades técnicas y discursivas teniendo a la gráfica como idea. Cada artista ha planteado un relato con libertad, convencido de sus procesos creativos y resultados.

Ya no estamos en la dicotomía de gráfica tradicional o grabado expandido, ambas posibilidades son itinerarios entre los creadores visuales; a lo que debe llevarnos es a un pensamiento crítico y reflexivo.

Abogar por la vida toca hoy, la guerra es arrogancia, en torno al sin fin del universo somos invisibles organismos con la curiosa pretensión de aniquilarse, los motivos sobran. La vida queda como un porcentaje exiguo, mucho más irrelevante que un sueño. El arte en sí mismo no cura nada, es el artista quien con sus acciones intenta ejercer el papel de sanador del alma, al menos de su alma. Antonio Paucar trae consigo un poco de arcilla, ha reemplazado el pigmento por el color de la materia natural viva, la época le exige. Este poco de materia y su cuerpo, como herramienta matriz para dejar las huellas del acto sanador en la blancura de la sala 113, cierra un círculo, un año de errancia junto a los demás seres que poblamos este finito planeta.

El artista insufle latidos al proceso de reproductibilidad, es cuerpo, no matriz en términos estrictos, ni tórculo, pero bien cumple todos los pasos del proceso gráfico. El resultado es la edición o monotipias, en un caso extremo, la impresión única.

Los pies de Antonio sobre el barro son un reencuentro con la materia viva, juegan con ella, la amasan como si fueran manos, como para hacer adobes, muñecos, ollas, panes, etc. La tierra convertida en barro se entibia, se vuelve chiclosa y resbaladiza como una crema para untar un gran pan.

Antonio prepara su cuerpo que es tierra, se detiene, mira el amasijo y observa la pared blanca, como el amanecer antes de los primeros rayos del sol. La pared es ahora un horizonte infinito, pierde su dureza, su filo duro; él, Antonio, calcula la distancia entre su cuerpo y la pared que tiene delante y con un movimiento allegro vivo sus manos se apoyan en el piso y todo su cuerpo dibuja un arco que termina con sus pies golpeando la pared blanca, golpe directo, sus huellas sobre la pared. La escena es sobrecogedora y genera nervios, el artista con serenidad inicia la acción. El espectador con incertidumbre cierra los ojos, al abrirlos el sello de los pies llenos de vida iluminan la pared blanca. El acto creativo se ha consumado.

Antonio Paucar es consciente del poder de su cuerpo como matriz y de su camino escultórico. Sus pies trotamundos, antes de plasmarse en las paredes del espacio 113 de gráfica errante en el espacio Fugaz, han estado el año 2022 con el título “voltereta en rojo” en su muestra antológica en el Espacio Germán Kruger Espantoso en Miraflores (Lima) y el 2011 con el título de SOMERSAULT IN YVES KLEIN Video HD: 2` en Alemania y, así en otras ciudades del planeta.

Su cuerpo es un instrumento que recorre espacios, dejando en cada paso un halo de meditación y esteticismo, como un cometa trazando una órbita que escapa de la lógica con que hemos sido hechos para valorar el arte. Tomando las palabras de Doris von Drathen: “clasificar la obra de Antonio Paucar utilizando únicamente referencias estéticas del mundo del arte sería desmerecerlo”.

Su presencia y huella es desde hace mucho una leyenda comparable a la obra de Jorge Eduardo Eielson. Se muestra tal cual, su savia Latinoamericana corre por sus arterias como Gráfica Errante por el Perú (Pozuzo, noviembre 2023).