África perdió fondos clave de EEUU pese a recibir miles de millones en ayuda.

La drástica reducción de la ayuda estadounidense amenaza con desestabilizar el progreso en África subsahariana. Durante años, esta región ha dependido significativamente de los fondos de EE.UU. para programas vitales, abarcando desde la salud pública hasta la seguridad alimentaria, convirtiéndose en un socio clave en el desarrollo. La decisión de Washington podría revertir avances cruciales alcanzados con décadas de esfuerzo y cooperación internacional.

Según la investigación publicada por The New York Times, la medida, impulsada por la administración Trump, implica el desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), impactando negativamente la asistencia extranjera destinada al continente africano.

En 2024, África subsahariana recibió 12.700 millones de dólares de los 41.000 millones que EE.UU. destinó a asistencia exterior. A esta cifra se suman miles de millones más canalizados a través de programas globales en áreas como salud y clima, donde África era un beneficiario principal. Es importante recordar que, en 2021, la ayuda bilateral total de todos los donantes a África alcanzó los 48 mil millones de dólares, según datos de la OCDE, lo que subraya la magnitud del impacto que la disminución de la contribución estadounidense tendrá.

La administración Trump justificó estos recortes argumentando que existen ineficiencias y fraudes dentro de USAID. En un discurso ante el Congreso, el presidente criticó el gasto en programas de promoción de los derechos LGBTQ+ en países africanos, poniendo como ejemplo el caso de Lesotho. Este enfoque ha generado controversia y preocupación entre defensores de los derechos humanos y expertos en desarrollo.

Las consecuencias de estos recortes podrían ser devastadoras, afectando la lucha contra la pobreza, la prevención de enfermedades como el VIH/SIDA y la malaria, la promoción de la estabilidad política y la respuesta a crisis humanitarias. La región, caracterizada por una población joven y un rápido crecimiento, enfrenta desafíos complejos que requieren apoyo continuo para consolidar los avances logrados.

A pesar de un fallo reciente de la Corte Suprema que obliga a USAID y al Departamento de Estado a pagar hasta 2.000 millones de dólares a contratistas por trabajos ya realizados, este no compensará el impacto general de la eliminación de la mayor parte de la asistencia exterior de EE.UU.. Un ejemplo concreto de los efectos de la reducción de fondos es el caso de Sudán, donde Estados Unidos fue el mayor donante en 2024, financiando más de 1.000 cocinas comunitarias para alimentar a personas desplazadas por la guerra civil.

La comunidad internacional observa con atención las repercusiones de esta decisión, anticipando un posible aumento de la inestabilidad y un retroceso en los indicadores de desarrollo humano en la región. La búsqueda de fuentes alternativas de financiación y el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur se vuelven ahora más urgentes que nunca para mitigar los efectos de la retirada del apoyo estadounidense.