El acero canadiense, el principal proveedor de Estados Unidos, podría encarecerse considerablemente si se implementan los aranceles que el presidente Trump planea imponer esta semana. Esta medida proteccionista, si bien genera controversia, despierta el interés de algunos sectores industriales estadounidenses que claman por una competencia más justa. La disputa comercial se produce en un contexto de tensiones geopolíticas y reconfiguración de las cadenas de suministro globales, donde la autosuficiencia en sectores estratégicos como el acero cobra mayor relevancia.
Según la investigación publicada por The New York Times, la imposición de aranceles al acero canadiense tendría un impacto diferenciado en la economía estadounidense, generando ganadores y perdedores.
Stephen Capone, presidente de Capone Iron Corporation en Rowley, Massachusetts, ve con buenos ojos la posible imposición de aranceles. Su empresa, dedicada a la fabricación de escaleras de acero, barandillas y otros productos, emplea a cerca de 100 personas. Capone denuncia que la competencia canadiense ha inundado el mercado de Nueva Inglaterra con productos de acero a bajo precio, impidiéndoles competir y ganar licitaciones. Alega que, independientemente de lo bajo que ofrezcan sus precios, los competidores canadienses siempre pueden superarles, «diezmando nuestro mercado», según sus palabras.
No obstante, la política arancelaria de Trump genera un fuerte debate y oposición. Grandes empresas, como Ford Motor, temen que estas medidas incrementen los costos de producción y provoquen represalias comerciales por parte de otros países. El CEO de Ford, Jim Farley, advirtió el mes pasado que los aranceles podrían «abrir un agujero» en la industria automotriz estadounidense. Por su parte, los minoristas también alertan sobre el impacto negativo que tendrían los aranceles en los precios para los consumidores.
A pesar de las críticas, existe un apoyo significativo a las políticas comerciales de Trump en ciertos círculos empresariales. Los líderes de las compañías estadounidenses de acero y aluminio han argumentado durante mucho tiempo que sus rivales extranjeros practican una competencia desleal debido a subsidios y otras ayudas gubernamentales. Señalan que los aranceles, cuando se aplican sin excepciones, han demostrado ser eficaces para estimular la inversión en Estados Unidos, contribuyendo a la revitalización de la industria nacional.
La industria del acero ha sido objeto de múltiples investigaciones por prácticas comerciales desleales, incluyendo el *dumping* (venta a precios inferiores al costo) y la evasión de aranceles. Según la American Iron and Steel Institute (AISI), en 2024, las importaciones de acero representaron aproximadamente el 25% del mercado estadounidense. La imposición de aranceles, por lo tanto, busca nivelar el terreno de juego y proteger a los productores nacionales, aunque a costa de posibles incrementos en los precios para otros sectores y consumidores.